Adaptar con clase una novela
“Gone Girl" es el nuevo gran trabajo del talentoso director David Fincher ("Pecados Capitales", "El Club de la Pelea") que está basado en la novela del mismo nombre escrita por Gillian Flynn. El libro tiene la distinción de haber sido el que destronó del puesto número 1 en ventas a "50 sombras de Grey", lo que demostró su potencial comercial y tentó a 20th Century Fox que compró sus derechos para llevarla a pantalla. Dar vida cinematográfica a una novela famosa no es tarea fácil, de hecho hay muchos intentos que fueron nefastos, pero el maestro Fincher junto con la mismísima Flynn dieron en la tecla y crearon un film que se convertirá en un clásico sin dudas.
Para los que no conocen nada de la historia, les cuento que se trata de la desaparición de su hogar de una escritora llamada Amy (Rosamund Pike), que está casada con el escritor Nick (Ben Affleck) y cuya evanescencia es muy misteriosa. Cuando el marido hace la denuncia, los policías comienzan a advertir que su conducta es muy extraña y relajada para lo acontecido, lo que los lleva a profundizar su investigación y comenzar a sospechar de él. Por supuesto hay varias vueltas de tuerca que sobre las cuales no diré nada para no spoilear.
El concepto de la historia es de por sí muy interesante e intrigante, por lo cual ya la película se gana algunos puntos, pero como expliqué anteriormente, lo que funciona muy bien en la lectura no siempre lo hace en la pantalla. En este caso Fincher dirige maravillosamente las interpretaciones de una Rosamund Pike ("Orgullo y Prejuicio", "Otro día para morir") que está espléndida y un Ben Affleck ("Argo", "Good Will Hunting") que cumple una vez más con las expectativas. Lo de Pike fue tan bueno que la ternaron para el Oscar como Mejor Actriz, la única nominación conseguida por la película, algo que personalmente me parece un tanto injusto.
El aura sombrío y frío que se imprime al film es todo mérito del director, que logra transmitir esa relación amor-odio de los personajes con respecto a los lectores. Un rato queremos a uno y odiamos al otro y luego los sentimientos se invierten. Esto está muy bien logrado, al igual que la constante tensión y el suspenso. El metraje se extiende por 2 horas y media y por lo bien que está manejada la trama casi no se notan. Quizás se le podrían haber recortado unos 15 minutos, no más.
Una película de suspenso de las buenas, que atrapa, incluye y transmite con mucha pericia la concepción original de la novela. Muy recomendable.