La premisa de la película de Paolo Genovese, es simple. Todos decimos que no tenemos nada que ocultar, pero al mismo tiempo, ninguno de nosotros en 100% sincero con nadie, ni con sus propias parejas, y nadie podría sobrevivir el escrutinio absoluto.
Un grupo de siete amigos, tres parejas y un soltero, deciden jugar lo que se podría denominar como “una ruleta rusa con celulares”. En una cena, todos diciendo que no tienen nada que ocultar, deciden dejar sus teléfonos sobre la mesa, y escuchar mensajes y llamados en altavoz, leer los textos, y lo mejor, no avisarle a sus interlocutores, que los demás están escuchando.
Según Gabriel García Márquez, todos tenemos tres vidas. La publica, la privada, y la secreta. Esta película se basa en ese concepto para explorar en capas, cada una de ellas e ir revelando, los secretos que tan profundamente creyeron enterrados. En un ejercicio de soberbia que los lleva a pensar que no solo nada les puede pasar, sino que las relaciones que tienen son capaces de resistir que la caja de Pandora se abra, o lo que es peor, explote en dicha cena.
Brillantemente dirigida, esta película con ambiente teatral (ya que sucede casi toda en un ambiente) nos confronta con una pregunta difícil de responder: nuestra vida secreta, podría sobrevivir ser expuesta? O como un vampiro, se desharía si la exponemos al sol?