La excusa es la dependencia casi enfermiza de todos con respecto al teléfono celular que encierra en sus textos, audios y fotos más de un secreto inconfensable. Una cena entre amigos y una propuesta aparentemente divertida que propone que todos los celulares estén sobre la mesa y que todo lo que se reciba se haga pública. A partir de ahí, el director Paolo Genovese, autor del guión con varios profesionales, mas un gran elenco de talentosos actores, logra, en una propuesta prácticamente teatral, que los trapitos sucios salgan al sol. Los engaños, la doble vida, las preferencias sexuales ocultas, las conquistas paralelas, los consejos paternos a una hija próxima a su debut sexual. Caen los velos de la apariencia y la mentira, y casi nadie de salva de un hecho vergonzante, una verdad a medias, una adicción. Traiciones cruzadas, confesiones impensadas, momentos emotivos. Con buenas vueltas de tuerca toda la humanidad de los participantes con sus zonas oscuras y gestos sinceros quedan expuestos sin concesiones. Una amable película, grata, que va virando de tono a lo dramático pero que nos dejara con una sonrisa.