La nueva comedia argentina
Hay un antes y un después en la comedia romántica argentina con Permitidos (2016), ¿por qué? porque en el tratar de emular a la nueva comedia americana deja de lado el costumbrismo habitual de este tipo de films con sus estereotipos (aunque sin prescindir del código local criollo), apostando por una renovación en el género. El tiempo dirá si esta renovación es positiva o negativa para el cine nacional.
Uno de los “criollismos” es el "permitido" del título: la posibilidad de ser infiel con consentimiento previo de la pareja formal siempre y cuando sea con un famoso inalcanzable. Claro que lo imposible sucede sino, no habría historia. La pareja que componen Mateo (Martín Piroyansky explotando al máximo su personaje usual) y Camila (Lali Espósito, haciendo catarsis al modo de Valeria Bertuccelli y Erica Rivas) se quiebra cuando él conoce a su actriz favorita (Liz Solari), motivo que habilita a su novia a encontrarse con su permitido (Benjamín Vicuña).
Por suerte las cosas no quedan sólo ahí, siendo el asunto de la “infidelidad permitida” el disparador y no el conflicto principal de la película. El verdadero problema surge con la viralización de las imágenes en las redes sociales. La publicidad, la televisión, Facebook y Twitter producen una imagen social que los personajes no pueden manejar en un principio pero que aprenden a utilizar de modo lucrativo después (algo que los famosos ya tienen bastante claro).
Es interesante porque a modo de gag y casi sin proponérselo, la película expone el costado más nefasto de los seres humanos con la mediatización de la imagen, hecho naturalizado en el universo de frivolidad del film pero que se extiende con las intenciones mainstream de Permitidos. A este asunto se le suman los condimentos de la mencionada nueva comedia americana: diálogos escatológicos con infinidad de referencias sexuales y un humor físico que deriva a la comedia de acción.
Permitidos no inventa nada: sabe cómo combinar las virtudes de películas argentinas anteriores, y lo hace bien. Toma la catarsis femenina de Un novio para mi mujer (2008), el asunto de la imagen mediática de Me casé con un boludo (2016), y los personajes sin inocencia de Relatos salvajes (2014), siendo esto último crucial. No hay ningún personaje bueno per se (una de las claves de la comedia romántica convencional son los personajes naif): todos son despreciables en algún punto.
En esta fusión de condimentos, sumados a los elementos de la nueva comedia americana, Permitidos es eficaz por más que desborde en algunos lapsos por el exceso de situaciones. Lo es porque su fin de entretenimiento liso y llano la aleja de la moralina conservadora tradicional. Dato novedoso a destacar, aunque como dijimos en un principio, será el tiempo y la taquilla quienes tengan la última palabra.