Esta producción nacional, intento de comedia de enredos, se pierde a partir de la pobre construcción, por momentos bastante inverosímil, de sus personajes centrales, principalmente el de Mateo (Martin Piroyansky), donde, por su parte, Camila (Lali Esposito) tiene el beneficio de su intérprete, quien parece que puede hacer todo, y todo le sale muy bien. Prestar atención a las escenas de canto y la que se muestra desquiciada frente al afiche de una publicidad.
Si bien la estructura en la que intenta sustentarse es clásica, la elección de las posiciones y movimientos de cámara son más que correctos, lo mismo sucede con la dirección de arte y la fotografía, el producto final que en conjunto quedó a medio camino. Lo no creíble, ya sea desde los diálogos vacuos, superfluos, al igual que las situaciones,son casi omnipresentes a lo largo de toda la narración. .
Camila y Mateo conforman una pareja que funciona bien, en apariencia. Un día, cenando con amigos, surge el tema de los “permitidos”. Todos nombran un “elegido famoso” con quien podrían tener una noche de amor sin que fuera considerado infidelidad. Y Mateo, insólitamente, conoce a su permitida.
Liz Solari y Benjamín Vicuña, los permitidos elegidos, actores famosos, casi representándose a si mismos, delante y detrás de cámara, en la exposición como burla.
El director también utiliza el texto para satirizar los espacios televisivos que hacen foco en las vidas de los famosos, la cocina de los mismos queda expuesta bastante rústicamente. Lo mismo sucede con el acercamiento hacia el arte en general, lo que podría haberse realizado con mejor desarrollo y escritura.
Nada es demasiado grave y nada es novedoso, hace raíz en infinidad de comedias inglesas, francesas y hollywoodenses, al mismo tiempo que se reconoce su origen argentino.
Algunas aperturas y exposición de temas quedan sin desarrollar en demasía, algunos ni cierran y otros terminan siendo explicado verbalmente al final.
Es una comedia romántica, buenas actuaciones de los secundarios, en los que el director demuestra su capacidad de dirigir y conocer el tiempo exacto para cada escena, Sólo para pasar el rato, nada que quede en los anales de la cinematografía argentina.