Camila y Mateo son jóvenes, adinerados, profesionalmente exitosos y aparentemente se aman mucho…como Rachel y Ross en Friends. Una noche, en una tertulia junto a una pareja amiga, surge el tópico de los “permitidos” y cada uno conjetura las posibilidades de estar con un famosa/o inalcanzable….como Rachel y Ross en Friends. Sin embargo, lo que al principio era pura fantasía, se convierte en realidad luego de que en un evento fortuito Mateo conoce a Zoe Del Río (Liz Solari), su actriz “permitida”…como Ross e Isabella Rosellini en Friends. Insisto con esta comparación no porque crea que esta película sea un vil plagio de la famosa sitcom, sino porque estamos ante un cambio de paradigma en la comedia argentina, cada vez más lejano de su inspiración italiana y muchos más cercano a la nueva comedia americana de las últimas décadas. Ariel Winograd es uno de los principales,o sin ir más lejos el principal exponente de este tipo de humor en el cine argentino, y lo ha intentado plasmar con mayor o menor éxito en sus trabajos previos (Cara de Queso, Mi Primera Boda, Vino para Robar, Sin Hijos). Permitidos es sin lugar ha dudas un paso más en esa dirección y posiblemente una de las mejores películas en adoptar el ritmo y la impronta yankee para la comedia.
Si el film funciona, es en buena parte gracias a la química de sus protagonistas. Contra todos los pronósticos Esposito y Piroyanksy conforman una pareja verosímil y con buen timing para los diálogos y los gags. El tandem protagónico conforma una pareja con la que es fácil simpatizar -a pesar de sus amplios privilegios económicos- y son un buen contraste ante las personalidades extravagantes de sus “permitidos”. En este sentido, Winograd, Julian Loyola y Jonathan Kleiman (guionistas) se encargan de resaltar las figuras de Liz Solari y Benjamín Vicuña como seres frívolos y muy alejados de una realidad cotidiana. Esto es clave ya que de lo contrario el concepto del film no funcionaria, sólo estaríamos viendo un montón de gente famosa teniendo sexo con otro montón de gente famosa. Salvo, claro, el caso de Piroyansky, el personaje pseudo nerd/hipster del cuál el film adscribe y juega con la imposibilidad de que esté en una relación con Liz Solari.
Sin mensaje por favor:
El guión a cargo de Loyola y Jonathan Kleiman no busca anquilosarse en el comedia romántica clásica sino que apela a un humor menos apologético y más absurdo que se adecua muy bien al tono y a los personajes construidos. Es así que tenemos chistes sobre zoofilia o sexo anal en la tercera edad bien integrados a la trama sin una búsqueda de impactar solo porque es “zarpado”. Estos momentos, bien escritos y dirigidos, junto a un argumento simple y fácil de seguir generan un ritmo ligero en los dos primeros actos. Para el acto final hay demasiado hincapié en el absurdo y el desenlace termina siendo un divague que poco tiene que ver con el argumento anticipado en la primera hora.
No obstante, éste no es el peor desacierto de la cinta sino la insistencia innecesaria de subrayar una especie de moraleja sobre la utilización de la imagen y el cuerpo para fines comerciales. No porque no haya un punto válido sobre esa temática, sino porque es tremendamente contradictorio con una película donde solo vemos gente linda frecuentando y utilizando los productos que financiaron la producción. Es realmente llamativo la cantidad de chivos que metieron (comparable a una producción de Michael Bay), y uno entiende las dificultades económicas para financiar un proyecto de este calibre pero es intolerable si el mensaje es “anti-publicidad” o “anti-objetualización de la mujer”. Y no se queda ahí, sino que los “antagonistas” son pobres, cantan cumbia o tienen sobrepeso. Una lástima siendo que estos soliloquios y mensajes políticamente correctos solo ocupan un breve fragmento del metraje y no parecen ir de la mano con el espiritu y el humor de la película.
Conclusión:
Pese a algunos desaciertos y una dosis innecesaria de moralina, Permitidos es una comedia entretenida con buenas perfomances y algunos muy buenos chistes.