Ariel Winograd, director de “Permitidos”, tiene una vasta e interesante filmografía en su haber, especialmente en el género de la comedia. Habiendo iniciado con un excelente primer corto “100 % lana” y, continuando con largometrajes que sorprendieron gratamente en el manejo del humor y el trabajo preciso del guión, tales como su ópera prima “Cara de queso”, “Mi primera boda”, “Vino para robar” y “Sin hijos”.
Teniendo en cuenta este curriculum fílmico, la apuesta por el disfrute de su última película no debía fallar, más aún contando con un dúo protagónico como Lali Espósito y Martín Piroyansky. Sin embargo y a pesar de la frescura y talento de los jóvenes actores, la película cae en lugares comunes, en un guión que abusa de las malas palabras como si pareciera carta segura para la risa del público, en homenajes que bordean la copia (demasiadas similitudes en escenas que refieren a clásicos de la comedia americana e inglesa) y sucede lo peor que puede pasarle a una historia, ser completamente inverosímil, aún sabiéndose ficción.
El argumento cuenta sobre Camila y Mateo, una pareja en instancias de comenzar a vivir juntos, completamente enamorados, tiernos el uno con el otro, en el decir y en el hacer, hasta que un hecho externo pareciera destruir así sin más todo ese supuesto amor por el otro.
En una salida con una pareja amiga, Rama y Paula (Gastón Cocchiarale y Ana Pauls), luego de ver una película donde ya la crisis de pareja se muestra como adelanto de lo que vamos a ver en nuestros protagonistas, los cuatro amigos charlan sobre una de las actrices en cuestión del film, Liz Solari, y surge el tema de “el permitido“, que ya se había explayado en un genial capítulo de la recordada serie “Friends“, donde uno de sus protagonistas, incluso llegaba a plastificar una lista con sus famosas permitidas, esto funciona así si tu permitido/a accede a tener una relación, no cuenta como infidelidad hacia tu pareja, justamente por estar permitido.
Ahora bien, como idea disparador puede funcionar para una comedia liviana que no busca más que entretener. No obstante, desde los títulos ya sabemos que vamos a asistir a algunos absurdos, e incluso a una burla de chiclés de este tipo de comedias. El problema se suscita cuando no se termina de definir la postura del film, e incluso sabiendo del absurdo, se llega a un extremo de situaciones inverosímiles que atentan contra el fluir del relato.
En referencia a los actores, todos están correctos, entre ellos destaca Espósito con la espontaneidad que suele tener; en cambio, a Piroyansky lo vemos repetido y sin lucirse. El hecho de un guión algo flojo y rebalsado de cameos y canjes que pueden llegar a darnos la idea de asistir a un gran comercial insertado en una película, termina por dar un resultado muy por debajo de lo que se esperaba de un gran director como lo es Winograd.
Por otro lado, el desenlace se ocupa de la crisis de la pareja, cuando Mateo logra conquistar a su permitido y, a su vez, Camila de manera algo torpe y casual, logra lo mismo con Joaquín (un Benjamín Vicuña demasiado ridiculizado). Los estereotipos de la chica excedida en peso como presidenta de un fans club, la inteligencia cool y ficticia de quienes trabajan en agencias de publicidad (ámbito donde trabaja Mateo junto a su amigo Rama), el pibe chorro que es líder de una banda de cumbia son todos puntos que restan en una comedia que no logra su cometido y se excede demasiado en duración de metraje y en segundas líneas de argumento que ralentizan y distraen de la historia principal.
Está presente la inspiración del director en la comedia americana, sin embargo teniendo en cuenta todo lo filmado hasta aquí, pareciera que Winograd logra mayor eficacia en un cine más íntimo o personal, de hecho “Cara de queso“ y “Mi primera boda“ tuvieron su origen en situaciones personales del director y, su resultado en calidad de comedia es mucho mayor a la tan esperada Permitidos.