Sergio “Shlomo” Slutzky es un realizador y periodista argentino radicado desde 1976 en Israel que viene produciendo documentales donde el denominador común es la relación de la comunidad judía argentina con la historia reciente del país. Las víctimas del terrorismo de estado durante la última dictadura en Sin punto y aparte (2012) y Disculpas por la demora (2018, codirigida junto a Daniel Burak), los atentados a la AMIA y la Embajada de Israel en Palos en la rueda (2013). Su último film, Perón y los judíos, cuyo nombre es suficientemente descriptivo, sigue esta misma tendencia. Y aunque se remonta hacia más atrás en la historia, yendo hacia el primer peronismo comprendido en el período 1945-1955, la vigencia del tema lo sigue ubicando en el lugar de lo contemporáneo.
Otra característica de los trabajos de Slutzky es el de abordar sus temáticas a partir de la propia experiencia o de sus seres cercanos, haciendo jugar lo personal con lo político, la historia familiar con la historia del país. En el caso de Perón y los judíos, el disparador es también personal y familiar: la acusación que siempre pesó sobre su padre (fallecido en 1983) de ser “gorila”. Se trataba de un judío progresista, ilustrado, de formación intelectual e intereses artísticos, que vivió ese primer peronismo con una desconfianza que lo puso, como muchos otros en la colectividad, en la vereda de enfrente. Este interrogante por parte del hijo, mezcla de asombro y voluntad de reivindicación (cómo podía este socialista de sensibilidad humanista ser ubicado en el estante de lo antipopular) es el punto de partida para iniciar una investigación exhaustiva y sobre todo (y eso es lo más destacable) lo más libre posible de prejuicios y preconceptos, con ganas de cuestionar los lugares comunes y las concepciones cristalizadas.
Y es que, efectivamente, cuando se aborda el tema de las relaciones de la comunidad judía con el peronismo uno se encuentra con unos cuantos sobreentendidos y conclusiones que se dan por sentadas sin discutirlas demasiado. Y son a estas que el realizador pretende interrogar, encontrándose entonces con la concepción de Perón como un director fascista, la supuesta complicidad en la llegada de criminales nazis después de la guerra, las sospechas de antisemitismo hacia algunas ramas del movimiento, la relación conflictiva con algunas instituciones y la desconfianza de buena parte de la colectividad en aquel momento. Ello a la vez contrastado con las fluidas relaciones del gobierno con el Estado de Israel, unas cuantas declaraciones de Perón y Evita reivindicando a la comunidad judía, las relaciones que mantuvieron con miembros destacados de la misma, el intento también de Perón de captar las instituciones o de formar las propias (tener, en fin, “sus” judíos), como así también el papel destacado que tenía un miembro de la comunidad como José Ber Gelbard en el esquema económico del peronismo.
Lo que Slutzky y el espectador va encontrando es que las cosas son mucho más complejas que el simple blanco y negro con el que se suele abordar la cuestión, y lo que hace interesante al documental es esta actitud de no retroceder ante las contradicciones, ubicar sobre la mesa todos los elementos posibles, todos los testimonios disponibles y ponerlos a discutir sin temor al conflicto o la ambigüedad. Para ello entrevista a una buena cantidad de personajes, muchos de ellos testigos de la época, o investigadores que trabajaron el tema, y con el mismo desprejuicio conforma un elenco ideológicamente variopinto que puede ir desde Herman Schiller a Juan José Sebrelli, y donde las posiciones pueden variar desde un antiperonismo recalcitrante a una reivindicación abierta, con todo lo que puede haber en el medio. Con su sesgo periodístico Slutzky los interroga, los escucha, trata de comprender sus razones y a la vez las pone en cuestión. Esta discusión se termina al final escenificando en una suerte de amable careo intelectual entre dos de los más lúcidos representantes de ambas posiciones, el escritor argentino Abrasha Rotemberg y el historiador israelí Raanan Rein.
Más interesada en lo que se dice y lo que se muestra que en el cómo, la puesta del film denota cierta urgencia que le da agilidad, pero también es a veces desprolija e incluso muestra cierta tosquedad. En algún momento esa desprolijidad puede conspirar contra la investigación misma como cuando se incluye sin contexto un fragmento del documental antiperonista Permiso para pensar (1989) para denunciar el personalismo peronista mostrando mediante el montaje la contradicción entre discurso e imagen, un recurso que se parece bastante a una chicana y que, al no mencionar la fuente, el documental de Slutzky pareciera tomar como propio.
Slutzky es protagonista del film, pone su voz, su cuerpo y su historia familiar. Dirige la investigación como una suerte de pesquisa de la cual él es el detective, recoge testimonios, interroga y busca pruebas, las compara y las enfrenta. Con sus limitaciones formales, el film es ágil y entretenido, la discusión es a veces picante y movilizadora, y aunque al final Slutzky arriesga una conclusión sobre su padre (que a sus amigos no los convence del todo), tiene el mérito de dejar la discusión abierta.
PERÓN Y LOS JUDÍOS
Perón y los judíos. Argentina, 2019.
Dirección: Sergio (Shlomo) Slutzky. Testimonios: Raanan Rein, Abrasha Rotemberg, Herman Schiller, Gerardo Mazur, Juan José Sebreli, Alberto Manguel, John Manguel, Mike Manguel. Guión: Sergio (Shlomo) Slutzky, Malen Azzam. Fotografía: Ezequiel Simone, Tomer Slutzky. Montaje: Emiliano Serra. Dirección de Sonido: Daniel Montes Calabró, Marcos Giraldez. Producción: Javier Díaz, Sergio (Schlomo) Slutzky. Duración: 72 minutos.