El documental de Juan Dickinson toma un problema candente de la realidad de Tierra del Fuego como eje: la aparición de jaurías de perros asilvestrados que atacan el ganado ovino y a la población del lugar. La puesta en escena, atenta a equilibrar las voces que alertan sobre el suceso y reflexionan sobre peligros y soluciones, queda adherida a ese espíritu de denuncia. Sin embargo, en su trasfondo, casi a pesar del punto de vista elegido, se perfilan esas misteriosas figuras caninas. Las imágenes que mejor captan esa indomable presencia son las de las cámaras instaladas en los campos que muestran a las jaurías en movimiento. Allí el cine cobra vida, cuando detrás de lo que se cuenta se vislumbra la verdadera acción.