Personal Shopper: un film sugestivo e hipnótico
Fiel a su estilo, Oliver Assayas elige otra vez en Personal Shopper el camino más sinuoso, claramente convencido de que ponerse en estado de pregunta es mucho más excitante que caminar sobre seguro.
Abucheada en Cannes, esta película sugestiva e hipnótica pone en escena las tensiones entre dos mundos: el puramente material y el de nuestro interior, que aquí entra en pleno funcionamiento con el alimento de los combustibles de la espiritualidad y la imaginación. Maureen (una Kristen Stewart muy afianzada) es la asistente personal de una celebridad cualquiera en París. El trabajo no le gusta, pero le permite pagarse la estancia en la capital francesa, mientras espera una manifestación del espíritu de Lewis, su hermano gemelo, fallecido hace unos meses. De pronto comienza a recibir extraños mensajes anónimos en su celular.
La película desenvuelve de a poco ese argumento simple, pero cargado de misterio, y lo condimenta con una serie de anomalías que van transformando su universo hasta volverlo de ensueño: las fantasías y los miedos parecen ir tallando ese entorno frío, distante y mecánico en el que se mueven los personajes.
Uno de los grandes temas de Personal Shopper, está claro, es el diálogo que entablamos con los muertos, siempre presentes de alguna manera. La tipología es muy amplia y el cine suele abordarla desde los lugares comunes. Pero Assayas, sagaz y aventurero, los elude con elegancia, asumiendo como propia la ética de sus cineastas favoritos -John Carpenter, Wes Craven, David Cronenberg, los maestros de la Nouvelle Vague- y manifestando expresamente su propia voluntad artística en la cita abierta a la obra de Hilma af Klint, pionera sueca del arte abstracto.
De a ratos, la identidad de Maureen -el papel de Stewart, quien ya había trabajado con este director francés en El otro lado del éxito, de 2015- es vampirizada por la de su hermano muerto. Y da toda la impresión de que en algún momento, el fantasma puede apoderarse completamente de ella.
Son muchas las capas de lectura que propone este film de presupuesto modesto (se rodó en parte en Omán para obtener ventajas financieras) que esconde bajo una superficie de austeridad una serie de preguntas inquietantes que de nuevo giran en torno de una mujer que ocupa el centro de la escena, como en Demonlover e Irma Vep, otras dos muy buenas películas de Assayas.