Personal Shopper, de Olivier Assayas
Olivier Assayas siempre se destaca por patear el tablero y así convertirse en un director original y diferente, explorando en el pasado con la tecnología siglo XXI, resucitando a la cinefilia heredada de Cahiers du Cinema pero incorporando una mirada fúnebre sobre aquella revolución impuesta por la Nouvelle Vague.
Allí está su obra maestra: Irma Vep (1993), junto a sus ecos y referencias hacia este film seminal (Sils María-acá conocida como El otro lado del éxito-, 2014), su visión del género en versión moderna (Clean, Boarding Gate, Demonlover), sus espejos iniciales en relación a aquella cinefilia (Fines de agosto, principios de septiembre), su opinión particular del mayo francés (Después de mayo), su relectura del clasicismo (Los destinos sentimentales), su exploración sobre el terrorismo y mucho más que eso (Carlos), su disección melancólica en clave familiar (Las horas del verano).
En fin, el cine de Assayas representa y no tanto un cuerpo que respeta a la llamada política de autor cahierista. En todo caso, si la autoría existe en su cine, hay que espiarla, buscarla en los bordes de sus temas, en las diferentes elecciones de puesta en escena.
Por lo tanto, este nombre esencial del cine francés, una especie de sepulturero sin saberlo de la Nouvelle Vague, quien también escribió varios años en Cahiers (¡obviamente!), ahora se mete con una historia en donde se entremezclan fantasmas, espíritus, silencios espectrales, la dulce (y temerosa) sensación de tenerle miedo al miedo, una pose “cool” que caracteriza a su cine y un ejército tecnológico de punta que ya anunciaban films anteriores, en especial Sils María.
La estructura de relato de Personal Shopper autoriza varias complejidades. Pero todo ronda alrededor de un personaje protagónico, la joven Maureen (Kristen Stewart), asistente de compras (ropa, joyas) de una celebridad y especialista en aquello de contactarse con fantasmas y espíritus, por ejemplo, con su hermano, que se fue y parece que sigue andando por ahí.
La primera secuencia, con un sabio manejo y construcción del espacio, dignifica a aquello de atemorizar al espectador con sonidos en off, silencios, austeridad de la puesta en escena. Pero se está y no frente a un film de terror, en todo caso, Personal Shopper se ubica en los bordes de cualquier género apropiándose de climas e insinuaciones que ofreciendo certezas y estallidos efectivos.
En realidad, Assayas maneja a placer e imbrica a su gusto los dos ítems opuestos y complementarios de la protagonista, en permanente contraste pero exhibidos de manera sutil y en forma más que astuta e inteligente. Las piezas se articulan y se desarman como si se tratara de un rompecabezas complejo de armar, con momentos eficaces pero que en otros instantes no traslucen como bien resueltos debido a la obsesión del director por ser “original” frente a ciertos pre-conceptos.
El trabajo de “personal shopper” de Maureen muestra el lujo y la banalidad de los ambientes, exhibido por Assayas con una mirada bastante condescendiente; por otra parte, su actividad como experta en captar fantasmas y espíritus, al contrario, elige el camino de una puesta en escena despojada, analítica y cerebral como cada uno de los pasos y los silencios que debe emprender el personaje para “visualizar” y “escuchar” a su hermano o algún otro que ande por ahí.
En el medio de una trama de capas superpuestas que se necesitan entre sí se desarrollan dos escenas claves. Una es aquella en donde Maureen es acosada al momento de viajar y durante más de quince minutos por una serie de mensajes que recibe por WhatsApp. La otra, que dura muchísimo menos, tiene a la protagonista probándose ropa ajena, es decir, ofreciendo su cuerpo desnudo en clave muy francesa, voyeurista, de fisgoneo con aire cool.
En esos dos momentos, como sucede en toda la película, está Kristen Stewart, una actriz potente y relevante ya en algunos de sus films anteriores (la citada Sils María –y eso que acá está junto a Juliette Binoche- y Café Society de Woody Allen).
Por favor, olvídense de crepúsculos adolescentes y de films descartables que pasa el cable: Kristen Stewart deja en Personal Shopper una actuación extraordinaria, repleta de matices, austera y enfática en similares dosis.
Ella también es una parte fundamental de la puesta en escena elegida por el director.
PERSONAL SHOPPER
Personal Shopper. Francia, 2016. Dirección y guión: Olivier Assayas. Producción: Sylvie Barthet. Fotografía: Yorick Le Saux. Montaje: Marion Monnier. Intérpretes: Kristen Stewart, Lars Eindinger, Signi Bouaziz, Anders Danielsen Lie, Ty Olwin. Duración: 106 minutos.