Personal Shopper

Crítica de Paula Caffaro - CineramaPlus+

RELACIONES MEDIADAS

La última película de Oliver Assayas, Personal Shopper, es un producto cinematográfico bastante indefinido. Del amplio género dramático se desprenden ribetes fantásticos y secuencias de suspenso muy propias del thriller. Es, en su indefinición un filme por momentos fascinante y por otros agotador, pues uno no sabe nunca qué vendrá después de cada escena.

En Paris, Maureen (Kristen Stewart) trabaja como empleada full time de una reconocida modelo de la actualidad del fashion show francés encargándose de conseguirle vestidos, zapatos y accesorios para los eventos. Maureen recorre las casas de moda de la alta costura parisina llevando y trayendo bolsas valuadas en más de un puñado de euros para luego organizar esos productos en el lujoso vestidor de Lara.

Lo curioso, y tal vez, más atractivo del filme es justamente que la relación entre Maureen y Lara (la modelo) es en el 90 por ciento del tiempo de forma indirecta. Es decir, ambas se comunican a través de whatsapp, notas escritas a mano o llamadas por teléfono. La única oportunidad en la que las veremos juntas es en una escena en la que Maureen intenta hablar con ella, pero Lara está encerrada en su cuarto hablando por celular. Lara parece no advertir la presencia de Maureen hasta que levanta un dedo haciendo entender que hablarían más tarde. Luego, otra escena las encontrará juntas, pero tampoco podrán comunicarse aún, estando en el mismo cuarto.

Maureen también tiene el mismo problema de comunicación diferida con su novio (con el cual habla vía Skype) y con su hermano gemelo fallecido de quién espera una señal del más allá. El hilo conductor del filme logra trazar un recorrido lógico aparentemente a través del tópico de la imposibilidad de comunicación directa. Maureen vive pendiente de personas con las que no tiene relación física, y es la tecnología la que le permite vincularse con terceros, siempre de forma mediada.

Con respecto a la relación mística que tiene con su gemelo fallecido es cuando la película pone en escena sus elementos sobrenaturales. Maureen espera una señal del más allá y en esa búsqueda recorre los espacios donde habitó Lewis, pero también las zonas oscuras de su propia soledad. El miedo de Maureen es terminar como Lewis (ambos comparten la misma afección cardíaca), pero sigue esperando la comunicación aún, poniendo en riesgo su salud.

Personal Shopper también explora el tema del deseo y lo prohibido. Ambos aspectos que despiertan la curiosidad de Maureen y la obligan a ponerse en contacto con su cuerpo y sentimientos. Ante el objeto deseado, en este caso, los productos de moda que le lleva a Lara, Maureen siente atracción por vestir aquellas telas sobre su piel. En definitiva, jugar a ser otra persona. Y ese juego va más allá de lo físico.

Assayas logra crear un ambiente terrorífico mediante efectos de puesta en escena que ponen en juego una actuación sobresaliente como la de Stewart y una fotografía pálida que crea una sensación gélida de forma permanente. Todos elementos que confluyen para construir un relato desconcertante y misterioso.

Por Paula Caffaro
@paula_caffaro