En su reciente visita a la Argentina, para el Festival Internacional de cine de Mar Del Plata, Olivier Assayas centralizó la información en las entrevistas en su particular idea sobre el más allá y los fantasmas y con los que quiere profundizar su obra.
Habló sobre su interés en desarrollar historias que contengan esta mirada sobrenatural para incorporarlas naturalmente a los relatos, tal vez porque tenemos más preguntas sobre lo que no sabemos que sobre aquello en que las certezas y seguridad se despliega.
Y justamente “Personal Shopper”, su más reciente propuesta es un catálogo de algunas ideas que recuperan la mística y las atmósferas de sus primeros films enmarcándolos en la actividad de una joven (Kristen Stewart) que para algunos tiene el mejor trabajo del mundo, adquirir objetos y prendas para los demás.
Yendo de un lado para el otro, soportando los delirios y pedidos más extraños de su jefa, Maureen (Stewart), se fortalece socialmente, pero también, en otro plano, uno que la acerca a su hermano recientemente fallecido, y del que aún no puede superar su pérdida.
Pero como se mencionaba en el comienzo de esta nota, Assayas se concentra en el plano de la conexión de Maureen y su hermano, de cómo lo siente en lugares a los que se acerca por placer.
Para acentuar y remarcar estas percepciones el director juega con el fuera de cámara y el sonido, generando por momentos tensión de la que no se puede volver y potenciando la experiencia del cine, contradiciendo a aquellos que dicen que las películas se pueden ver en cualquier lado.
La necesidad de Maureen por saber qué pasó con su hermano es el principal motor de una historia que necesita de un espectador atento a cada detalle que se despliega en y fuera de la pantalla.
“Personal Shopper” logra su punto máximo cuando las respuestas no llegan y se debe completar el trabajo de esta joven desde los indicios que el impecable guion va dejando como rastros en el total de la propuesta.
Hay una escena particular, envolvente, hipnótica, enigmática, en la que Maureen es acosada a través de su teléfono móvil. Toda la sinergia de la película tiene allí una intensidad única, la que, repercute con un nerviosismo pocas veces visto en el cine.
Si en “El otro lado del éxito” Stewart lograba un punto de quiebre en el camino que ha querido forjar tras el éxito como protagonista de sagas románticas para adolescentes, en esta oportunidad vuelve a reafirmarse como la perfecta intérprete para un tipo de cine que requiere de una precisión y una naturalidad única, sobre la cual se terminará por construir el verosímil del relato.
“Personal Shopper” habla sobre la vida y la muerte, sobre el dolor y la lucha, sobre cómo superar las pérdidas, sobre la resiliencia, todo enmarcado dentro de un relato de género que funciona como un mecanismo de relojería.