Jess (Sarah Michelle Gellar} es una mujer con una vida casi perfecta, enamorada de su esposo Ryan (Michael Landes) quien en todo momento le demuestra su amor con mucho romanticismo, y siempre sorprendiéndola gratamente. Con ellos vive Roman (Lee Pace), hermano de Ryan, con una personalidad muy conflictiva, que los está observando permanentemente.
Todo cambia cuando el esposo y cuñado de Jess sufren un terrible accidente y ambos hermanos terminan en coma con muy pocas posibilidades de sobrevivir. Hasta que un día Roman sale del estado de coma convencido que es el esposo de Jess, hecho en el que insiste dando pruebas de hechos privados vividos por el matrimonio de los cuales sólo ellos tienen conocimiento. Jess comienza a preguntarse que esconde este cambio de personalidad. La sospecha la lleva a un gran desafío.
A partir de ese momento se van sucediendo una serie de situaciones confusas, con el entramado de una historia que no terminan de cerrar, con lo cual el misterio planteado carece de consistencia y los sucesos no resultan creíbles por su incoherencia.
Es muy poco lo que se podría rescatar respecto a la labor del binomio de realizadores, quienes contaron con un soporte rutinario en lo técnico y la presencia de un elenco profesional que se limita a aportar su experiencia.