Un sopor insoportable
La industria debe mantenerse en movimiento y sin ideas nuevas echa mano a lo que sea, aún cuando desde el vamos se trate de una pésima decisión. Un remake del filme creado por Wes Craven en 1984 definitivamente entra en la categoría "mala idea". Porque el personaje de Freddy Krueger tiene una imagen asociada al actor Robert Englund , quien más allá de asustar también divertía, y una actualización exige una creatividad y osadía que no están presentes en esta versión 2010.
Jóvenes que deben mantenerse despiertos porque si no, un sujeto quemado con sombrero, sweater a rayas y cuchillas en sus dedos los matará para saciar su sed de venganza. Una torpe puesta en escena que sugiere el abuso infantil de manera más abierta que en la original, no hace más que evidenciar la incapacidad del director Samuel Bayer para provocar algo parecido a una inquietud. Sólo consigue algún sobresalto gracias al remanido efecto de sonido asociado a un corte brusco en el montaje.
La trama no presenta ninguna sorpresa, el espectador ya sabe de antemano lo que sucederá y sólo le queda luchar para no quedarse dormido, no por temor a Freddy sino por el aburrimiento que provoca la visión de este bodrio.
La nueva imagen de Freddy no es superadora de la anterior, por el contrario carece del carisma necesario para plantarse como un personaje tan emblemático como el precedente.
La factura cinematográfica es mediocre y a menudo ofrece desprolijidades en la continuidad y doblaje. Ni hablar de las pésimas actuaciones, entre las cuales apenas consigue zafar el reconocido Jackie Earle Haley, quien con esta elección laboral retrocede varias casillas en su hasta ahora destacable carrera.