Esta realización responde a fórmulas archiconocidas y está destinada expresamente a un sector muy específico de espectadores, aquel que encuentra en la cinematografía un entretenimiento genuino para incentivar la adrenalina (efecto que producen hormonas entre cuyas funciones se encuentran aumentar la acción estimulante sobre el sistema nervioso simpático, acelerar el ritmo y la fuerza del corazón y elevar la presión arterial), provocado por un cóctel elaborado sobre la base de ingredientes que, según las proporciones utilizadas, activa psíquica y subjetivamente a la persona de que se trate. Concurren a ese cóctel el temor (pasión del ánimo que hace huir o rehusar lo que considera dañoso), el miedo (perturbación angustiosa del ánimo por algún riesgo, peligro o mal, real o imaginario), el terror (espanto, amenaza o demostración con que se infunde pavor), y el horror (repulsión en el ánimo causada por algo terrible y espantoso, generalmente acompañado de estremecimiento).
Inconscientemente ese espectador encuentran en la temática de terror un desafío del que considera saldrá ileso sin riesgo alguno pues, en última instancia, sólo se trata de sombras que reflejan acciones de ficción proyectadas sobre una pantalla y acompañadas por sonidos artificiales.
Rara vez las ideas narrativas aportan algo distinto, puesto que responden a un esqueleto casi inamovible, incluso en aquellos proyectos que en los primeros minutos la propuesta puede insinuar un sendero medianamente distinto. A medida que avanza el tiempo de la proyección la trama decrece en su interés por caer la historia, con sus incidentes y acciones, indefectiblemente en lo trillado. Técnicamente la producción se sustenta, en términos generales, en efectos especiales y visuales, sucesivos golpes de efecto, algunos golpes bajos, sonido que satura el ambiente y una música estridente y efectista. Los personajes protagónicos padecen de algunas alteraciones psicológicas, respondiendo a un canon universal respecto a su tratamiento a partir de perfiles emanados del eterno enfrentamiento entre el bien y el mal, sumergidos en una sucesión de acciones, por lo general acompañados por componentes químicos que en gran cantidad simulan sangre, o prótesis simulando órganos humanos en tomas desagradables, buscando en el espectador una reacción a lo espeluznante o macabro.
Por la buena respuesta que alcanzan estas realizaciones en boletería es que todos los años se suceden estrenos dentro de esta temática, con preponderancia de las procedentes de Hollywood, que con un común denominador pasan a integrar una serie (1), por ejemplo a partir de Hallowyn, Chuky, o Freddy Krueger, cuando no sucesivas remakes con el mismo títulos conocidos por generaciones anteriores de espectadores, o rebautizados con otro similar.
“La pesadilla en la calle Elm” responde plenamente a las características y propósitos enunciados para ser un producto satisfactorio a los fanáticos de la cinematografía de terror, más allá de todas las deficiencias que presente la obra, para incrementar su adrenalina y descubrir empatía con los conflictos y/o los personajes que la protagonizan
La aparición del espeluznante de la saga de Frederick “Freddy” Charles Krueger se debe a la imaginación de Wess Craver (ver al pie la información complementaria), nacido cinematográficamente en 1984 y vigente desde hace 26 años con esta remake incluida.
Para refrescar la memoria de sus seguidores vale referir la trama de esta vuelta al comienzo de su historia.
Nancy, Kris, Quentin, Jesse y Dean liven en Elm Street, por la noche, comparten el mismo sueño del mismo personaje. Un hombre vestido con una rasgada camisa a rayas rojas y verdes, un raído fefora que esconde una cara desfigurada y un guante de jardinero con navajas en vez de dedos. Y todos escuchan la misma y aterradora voz... Uno a uno, los aterroriza en las curvas paredes de los sueños, donde las reglas son las suyas y la única manera de salir es despertarse. Pero cuando uno de ellos muere brutalmente, pronto se dan cuenta de que lo que ocurre en sus sueños traspasa el velo de la realidad. La única manera de sobrevivir será permanecer despiertos.
Turnándose entre ellos, los cuatro supervivientes tratan de descubrir cómo se han metido en este oscuro cuento de hadas, cazados por este tenebroso hombre. Intentando sobrevivir sin sueño, lucharán por descubrir porqué ellos, porqué ahora y qué les están ocultando sus padres sobre el asunto. Enterrada en su pasado, hay una deuda pendiente de ser saldada. Y para salvarse, tendrá que sumergirse en la peor pesadilla imaginable... Freddy Krueger.
Queda dicho de qué se trata, y se suministra información complementaria. La decisión es, como siempre, suya.