Freddy te deja frío
Presentar a esta nueva entrega de la ya larguísima saga de Freddy Krueger como una remake de la original de Wes Craven no es más que una excusa para seguir haciendo lo mismo otra vez desde el principio. Si se chequean las cifras de venta de entradas en los Estados Unidos, resulta obvio que la estrategia dio resultado positivo. Fue la más vista de la semana, con una recaudación de 32 millones de dólares.
Sin embargo, el producto que entrega Samuel Bayer no tiene ni siquiera la calidad sentimental de un homenaje al clásico de clase B que filmó Craven en 1984. Tan previsible en sus efectos como en sus defectos, esta (¿nueva?) Pesadilla en la calle Elm no hace más que reproducir los sucesivos asesinatos del pedófilo quemado vivo. Sólo el actor que hace de Krueger ha cambiado y no para mejor.
Desde cierto punto de vista, esta saga es un producto perfecto. Combina la lógica de los sueños con la de la producción en serie. Su potencial de repetición es infinito. Pero al revés de lo que les sucede a los personajes, uno preferiría cerrar los ojos.