Signo de la decadencia del género, parece que la búsqueda de viejas franquicias con la idea del remake es la única estrategia posible para la industria en nuestros días. Y eso se confirma al vapulear a este ícono al cual hace bastante tiempo deberían haberlo dejado dormir. La película, en su conjunto, ni siquiera funciona como ejercicio de nostalgia para los amantes de Freddy K, que en esta nueva piel asusta mucho menos(añorando a Robert Englund para recuperar la mística de la creación de Wes Craven). Alguna que otra escena lograda harán que evitemos el bostezo o quizá jugar a descubrir cuántas escenas fueron calcadas de la original. Innecesaria y por momentos torpe narrativamente hablando...