Cuando hay que evitar dormirse.
Freddy ha vuelto una vez más, pero con un nuevo rostro. El resto, básicamente, sigue siendo igual. Otra secuela (perdón: reinicio) que no está a la altura del original. Por suerte, está varios escalones más arriba que el resto de remakes (o no) de terror. Piensen en Halloween de Rob Zombie, y esta Pesadilla en la Calle Elm es casi El ciudadano Kane. No habla tan bien de la película, como habla mal del resto.
La cosa es más o menos así (para los que no vieron esa divertida película del director de El despertar del diablo... de nuevo, la original, claro): un grupo de adolescentes sufre el acoso de un hombre desfigurado. Tiene el rostro quemado y un guante con filosas y mortales garras. El maquillaje del nuevo Freddy no tiene ni la mitad de la onda del primero, pero bueno, sigamos: este psicópata ataca cuando los jovenes sueñan. O mejor dicho, cuando duermen, transforma sus sueños en pesadillas. Agradecidos aquellos que tengan la oportunidad de contarlo.
Esta película copia varias secuencias de la original: desde el momento de la garra en la bañera, hasta la desesperación de los protagonistas por mantenerse despiertos. Incluso, todo el entramado policial que en la original (quizás por eso, porque era original) era más interesante. La copia la cumple dentro de lo aceptable, agilizando las cosas y yendo directo a los asesinatos. Lo que realmente aleja a esta película de la recomendación segura, es que no termina ni de asustar ni de ser cómica. Sus intenciones, claramante están enfocadas a lo primero, pero... ¿por qué no hacer ambas?
En USA fue muy mal recibida. Las críticas se ensañaron con el producto. Creo que Sam Raimi demostró que una buena película de terror hoy en día debe combinar una buena dosis de sustos y toques cómicos. De hecho, la primera Pesadilla tenía varias secuencias surrealistas, imposibles, y sí: oníricas. Esta tiene poca inventiva. Y cuando la tiene tropieza increiblemente consigo misma.
Y vamos a dar un spoiler (si usted, querido lector, está leyendo hasta acá, o tiene mucho interés en la nueva de Freddy, o ya la vió): Fred Krueger ahora tiene un nuevo trasfondo. No es que su personaje necesite un respaldo dramático digno de Shakespeare, pero cuando se insinúa que el tipo es un pedófilo, las cosas se ponen más interesantes y espeluznantes. El problema es que sus víctimas, acosadas también en la vida real, no guardan el menor recuerdo. Si eso es un mecanismo para dar un giro "inesperado" en la trama, es patético.
Además, si intenta ser una película de terror, debería por lo menos, tener un poco de ritmo para dar los golpes de efecto. Chica escondida en el placard y ¡zas! Freddy aparece al lado, entre la oscuridad. Chica que se agacha un par de veces adelante de un espejo y ¡zas! no pasa nada. Pero en unos pocos segundos, sí. Plano general de un pasillo y ¡zas! alguien pasa delante de la cámara. Hasta ahora, la enumeración pareciera que apunta a la originalidad, pero no: vean la película, y se darán cuenta que todos estos momentos están desfazados. Dan demasiado tiempo para pensar, y cuando el golpe llega, no tiene efecto.
Lo que rescato del film, pese a sus numerosas y reiteradas fallas, es que por lo menos, la estética está algo cuidada. Principalmente la fotografía, que tampoco es ninguna maravilla: sólo digo que con respecto a la media de este subgénero de remakes de films de horror está bastante bien. Hay una pequeña referencia: tenemos por unos segundos una imagen de Saturno devorando a sus hijos, del Goya. Hay talento en la producción, aunque sin dudas el director no supo aprovechar al máximo todas sus posibilidades.
Una mala elección sin dudas fue el diseño de la cara de Freddy. Jackie Earl Haley (el pedófilo de Secretos íntimos, Rorschach de Watchmen) también prueba ser una elección fallida. El actor resulta más interesante sin la cara quemada y la voz tenebrosa. De hecho, resulta más inquietante sonriendo y acariciando a los chiquitos del jardín de infantes que haciendo ruidos con las garras.
Para odio general, todo termina sepultado cuando la película opta por el slasher puro y duro. Freddy achura a los adolescentes que son estereotipos como para atraer a la posible repelida platea femenina (de ahí que deambule con cara de zombie el clon de Robert Pattinson que hace unos meses vimos en Invocando espíritus) acaso alejada por el derrame de sangre. Repito: mucho mejor que la media, lamentablemente. Debería estar más enojado, pero entre tanta remake berreta, trato de ver el vaso medio lleno. Aunque quizás, ni siquiera esté por la mitad.