Nunca dormirás
La remake Pesadilla en la calle Elm vuelve a los manuscritos del mal que allá por 1984, el guionista y director Wes Craven craneó para aterrorizar en lo profundo de la noche.
La saga onírica más famosa, donde el afiladísimo Freddy Krueger se alimenta de los miedos nocturnos, está dirigida por Samuel Bayer quien tiene la misión de resolver una reproducción fidedigna de la primera parte creada 26 años atrás. ¿Qué logró? Un film correcto que sostiene la historia y responde la pregunta: ¿faltan ideas frescas en el género del miedo para recurrir constantemente al universo remake? Parece que si.
Por citar algunos ejemplos, el año pasado se estrenó la adaptación de Martes 13 y parece que se hará una reversión de Los Pájaros (pobre Hitchcock). También se rumoreó la cancelación de la adaptación de La semilla del Diablo, apiadándose de Roman Polanski. En algunos (y contados) ejemplos, la recreación supera a su versión original, fruto de los adelantos sonoros y visuales del cine de hoy, como ocurrió en Terror en Amytiville (2005) que respetó en miedo y suspenso a la versión de 1979.
Pero las ideas son inmortales. Y por más que se las refresque, las adaptaciones tienen mayor toque tecnológico y efectos especiales que homenaje o tributo. Algo así ocurre con Pesadilla.... donde el desafío mayor estuvo centrado en la caracterización del serial killer más expresivo del cine de horror. A diferencia de los enmascarados ochentosos como Jason Voorhees o Michael Myers (Halloween), Krueger -por más carbonizado que esté- ganó su fama por la actuación de Robert Englund, quien asomó en 1983 con la exitosa serie V Invasión Extraterrestre -como el buenazo del lagarto Willy-, otra víctima del efecto remake.
Pero, para temor de los fanáticos de la saga, en Pesadilla en la calle Elm el Freddy versión 2010 no estuvo a cargo de su histórico intérprete. El papel cayó en manos de Jackie Earle Haley (Watchmen, Juegos Secretos) quien con una voz potente y tenebrosa (aunque de aspecto algo ñato a diferencia de Robert) representa bastante bien al asesino brutal y despiadado que, a veces, es difícil predecir su próximo ataque.
Las mamushkas oníricas son los puntos fuertes del desfigurado: aún cuando muchos despiertan (o creen hacerlo) los ataques siguen. Y ahí el susto está garantizado. El carbonizado Freddy, que le dio batalla hasta al mismísimo asesino de Martes 13 en Freddy vs Jason, mantiene su chamuscado sueter a rayas y marcará el destino de los adolescentes Quentin, Kris y Dean que caerán en las garras del implacable asesino.
La pregunta es ¿qué los une a tan macabro destino?. Familiares silenciados, recuerdos de la infancia y un personaje puntual hilvana el futuro de la dibujante Nancy Hoolbrook (en la piel de Ronnie Mara) y Jesse Braun, hijo del director de un colegio secundario, quienes lucharán contra el cansancio, los recuerdos y un pasado oscuro.
Viajes temporales imaginarios, como los de Nancy viéndose reflejada de pequeña, o al entrar a su habitación donde nieva, se conjugan con las espectrales apariciones de víctimas de Freddy. No falta el grupo de niñas que saltan la soga mientras entonan el estremecedor (1,2 Ya viene por tí, 3, 4 cierra la puerta, etc...): la firma de una saga que recobra el miedo de antaño y viaja a la génesis del horror onírico. ¡No te duermas!