Sobrevivir frente al mar
El director José Glusman dijo en una entrevista brindada a este medio que Pescador (2017) es una película de personajes y tiene razón: se trata del encuentro de seres opuestos gracias a la condición solitaria en la que ambos se encuentran.
Uno es Santos (Dario Grandinetti), el pescador del título, un hombre parco y misterioso que realiza su dura rutina diaria en las playas de Pinamar. La otra es Franca (Jazmín Esquivel), quién junto con dos amigos inauguran un parador en el lugar con una visible falta de experiencia en el rubro. Al sentirse vulnerada por las trabas municipales y los escasos clientes, entabla un vínculo con Santos.
Pescador arranca muy bien, presentando de manera cotidiana los detalles de la pesca y de la actividad balnearia. Describe a los personajes con mínima información para que el espectador vaya descubriendo de a poco sus objetivos y anhelos. Pero en la segunda parte, la película de personajes comienza a jugar con el género, incorporando un pasado criminal de Santos que corre en paralelo a la historia de Franca y su vínculo con ella.
Esta historia de venganzas con ribetes de cine negro, no termina de enlazarse con la de los chicos en el parador, generando una diferencia de registros evidente. Tampoco queda claro las características del vínculo entre Santos y Franca, ¿padre e hija? ¿pareja? ¿ángel guardián? ¿maestro y discípulo? La ambigüedad puede pensarse adrede, lo cierto es que la redención personal de él está asociada al rescate de ella.
Pescador no cuenta una historia novedosa pero se alimenta de sus personajes y, por supuesto, de la buena interpretación y química que los actores puedan crear. Y lo hacen porque es en los personajes donde está la clave de la película: personas solitarias que se encuentran perdidas en su vida y hallan en el otro una razón para sus actos.