Las olas y el tiempo
Nunca mejor elegido Darío Grandinetti para ponerse en la piel de Santos, protagonista de Pescador, el nuevo opus de José Glusman que ha pasado por el Festival de Huelva y espera su estreno este jueves en salas comerciales. Se trata de acuerdo a palabras de su autor y guionista junto a Iván Tokman de un policial playero pero va mucho más allá del género y de la playa como escenario aunque todo transcurre en ese espacio de arena, mar, amaneceres, presencias inesperadas y un largo silencio que se ve interrumpido por un grupo de jóvenes con intenciones de inaugurar un parador en vísperas de la temporada veraniega.
El parco y ermitaño Santos no los recibe con la calidez y la hospitalidad de un parroquiano que vive de lo que su caña o red extrae a diario tras una jornada de apacible tranquilidad y pesca, donde el tiempo se desgrana y el día y la noche a los ojos de Santos son exactamente iguales. Vive solo, come solo, espera. No se sabe muy bien qué y ese porqué es parte del misterio que lo atraviesa y que se impone mientras los jóvenes en medio de sus preparativos de inauguración buscan congraciarse con el único vecino en el lugar.
El pasado de Santos es ese diamante en bruto difícil de hallar, pero llega en murmullos o perturbaciones auditivas que hacen de Santos el prototípico personaje en fuga constante. A esa característica se le suma la curiosidad del oficio, los secretos de la pesca y la pequeña gran enseñanza de la paciencia a la joven e impetuosa Franca (Jazmín Esquivel), a quien el pescador solitario le abre un resquicio de intimidad como si por momentos la tomara como hija o al menos joven en estado de tránsito hacia la adultez.
Si hay algo que Glusman maneja con destreza es la cámara y la distancia para que Darío Grandinetti actúe sin verse intrusado pero también con una gran confianza para que rellene los huecos de un personaje con flancos abiertos y por descubrir a pesar que todo indicaría un intento desesperado de clausura con el pasado, con los otros y porqué no con la propia vida. El enrarecimiento de la trama también acompaña los diferentes procesos de relaciones entre los jóvenes y Grandinetti a lo largo de los 80 minutos en que una buena actuación del actor también reconocido en Huelva se lleva los mejores laureles de esta más que interesante película sobre soledades, redenciones y dulces venganzas.