El comediante lleva a la pantalla grande lo mejor de sus personajes y sus ocurrencias
Esta reseña no está dirigida a los fans de Diego Capusotto. No importa lo que aquí se opine, se explique o se argumente. Ellos -más allá de una determinada calificación, del mayor o menos entusiasmo que pueda demostrar un crítico- irán de todas maneras a las salas para participar de un ritual comunitario, de una experiencia que excede por mucho el mero hecho cinematográfico. Porque hay pocos cómicos en la Argentina que encajen tan bien en la categoría de artista de culto (que no necesariamente son los más populares, pero sí los que más idolatría generan entre sus seguidores) como Capusotto.
Los que seguramente estarán dudando respecto de ir o no a una sala digital 3D para encontrarse con esta película son aquellos que lo han visto de manera esporádica en sus (no menos esporádicas) temporadas televisivas. En este sentido es difícil ser tajante: Peter Capusotto y sus 3 dimensiones tiene tantos logros como desniveles y, si bien no puede hablarse de un producto sólido y redondo (características que jamás podrían tener las creaciones de Capusotto-Saborido), sí estamos ante una propuesta que por concepto y por esfuerzo de producción es bastante más que un episodio televisivo alargado.
La idea de llevar al cine un producto de la TV construido con sketches o segmentos cortos no es nuevo (Hollywood ha logrado inmensos éxitos con, por ejemplo, la franquicia de Jackass ) y el riesgo de repetir personajes e ideas está siempre presente.
Si bien Peter Capusotto y sus 3 dimensiones puede abrumar por momentos al segmento no tan enfervorizado del público (sobre todo porque la eficacia de la segunda mitad es menor a la de la primera), lo cierto es que Capusotto sale más que airoso de esta incursión en el lenguaje cinematográfico y, más aún, en el universo de las imágenes estereoscópicas.
El film tiene como hilo conductor una suerte de documental ensayístico que no es otra cosa que una sátira sobre la "dictadura" del entretenimiento. A modo de manifiesto pseudo-anarquista (o "filo-comunista", como sostiene la voz en off), se va analizando con ejemplos "prácticos" cómo los medios, la publicidad, Internet (y las redes sociales) van moldeando un ser alienado y dócil para conformar así una sociedad anestesiada y consumista.
La irascible (desquiciada) ex cantante Violencia Rivas es una suerte de narradora involuntaria del film con sus monólogos siempre extremos, mientras que también hay espacio para el lucimiento de otros consagrados personajes de Capusotto como el militante Bombita Rodríguez (la parodia a los históricos enfrentamientos internos del peronismo es uno de los grandes hallazgos), el neonazi y xenófobo Micky Vainilla, el líder del conurbano Jesús de Laferrere, y, sobre el final, la estrella de rock Pomelo. Es decir, la galería completa de grandes creaciones de Capusotto que, ahora en versión aumentada (de duración, de tamaño de pantalla y de despliegue de efectos visuales), quiere seguir riéndose de (y con) los argentinos.