Capusotto en 3D para solaz de sus fieles
Capusotto ha logrado convertirse en un culto televisivo tal vez equivalente a lo que deben haber sido en sus comienzos los Monty Phyton en Inglaterra, y, como ellos, llega al cine en un formato necesariamente parecido a lo que hace en la pantalla chica, que a esta altura ni hay que aclarar que es divertidisimo.
Claro que aquí no estan sus videos de rock, y aunque se los pueda extrañar un poco, esto en principio no es malo, porque en las últimas temporadas televisivas, por más bueno que pudiera ser el video de archivo, se lo percibía casi como una intrusión entre un gag y otro. Aquí, en cambio, todo es puro Peter Capusotto contundente y en 3D, lo que al inicio del film da lugar a un memorable momento musical de Violencia Rivas exigiendo que le miren «ésta», además de un contundente spot del flamante complejo cinematográfico «Los hijos de puta» que ahora tienen una sala 3D en el sótano de su ya célebre pizzería, con la novedad tecnológica de incluir algo llamado «baños in» o algo por el estilo.
Violencia Rivas con una especie de carta de suicidio es la que sirve de nexo para hilvanar distintos sketches con el lema común de desnudar las miserias de la industria del entretenimiento en todas sus formas, ya sea los deportes extremos como el vuelo en «parapete», los noticieros que entretienen mostrando catástrofes de todo tipo y calibre (incluyendo el flagelo del voley y los imitadores de Michael Jackson que caen desde azoteas por hacer el «moonwalk» de espaldas) y los que se divierten chateando poniendo «jaja jaja» cada dos líneas.
También están los que se divierten con las drogas (uno de los grandes momentos de humor y 3D ultrapsicodélico de la película) y los que mezclan entretenimiento y política, como el mismísimo General junto al Palito Ortega montonero, Bombita Rodríguez, que quieren hacer un gran evento peronista en Michigan que es perturbado por la aparicion de Los Tres Pesados y el Ortodoxo Yogui (son momentos desopilantes, pero Bombita podría haber tenido más metraje; la única queja en todo el film). Capusotto es un comediante de primera, y encima también canta, incluyendo una formidable cumbia onírica con que canta en una pesadilla el astro del pop más que levemente nazi Micky Vainilla. Faltan personajes clásicos de la TV, y también hay unos nuevos hilarantes (un tanto menos rockeros, dado que éste no es un film de rock a diferencia del programa), pero lo importante es que el público ríe a carcajadas. Técnicamente el 3D es más que eficaz y tan descontrolado como el concepto general de Capusotto. También, hay actuaciones que se destacan además de la del protagonista, especialmente la de Ivana Acosta, que protagoniza varias escenas, incluyendo una con un yogur laxante que recuerda un chiste de «El fantasma de la libertad» de Luis Buñuel.
El final, con Jesús de Laferrere y Violencia Rivas a toda ira (su furia aprovecha la estereoscopia al máximo) son más que contundentes, y por si faltaba algo, durante los créditos aparece Pomelo. No hace falta ser adolescente para reírse de lo lindo con esta comedia delirante plagada de humor de «gusto dudoso» y algo para herir todo tipo de sensibilidades, que es finalmente lo que su público espera de estos dos talentos: Diego Capusotto y su guionista y director Pedro Saborido.