El rock es historia
Lo único malo de ver en TV Peter Capusotto y sus videos era que cada programa tenía un final. Para esos espectadores que experimentaban cada lunes esa sensación de querer un poquito más, llegó la película en 3D. Como en la película de Los Simpson, el cine no altera el estilo del humor ni el tipo de relato, sino que en este caso aporta detalles técnicos para ver en formato de luxe un episodio extendido, en el que los sketches se toman el tiempo necesario y las pautas publicitarias no interrumpen (excepto por la publicidad de Pizzería Los hijos de puta, que auspicia el filme).
Violencia Rivas es la presentadora y el hilo conductor de una serie de cuadros que reflexionan sobre el entretenimiento en los tiempos que corren: en la TV, las redes sociales, el espectáculo y, claro, en el rock. Junto a Violencia aparecen cuadros de Micky Vainilla, el cantante pop nazi; Jesús de Laferrere, en un episodio rollinga y místico de exorcismo; y Bombita Rodríguez que protagoniza el mejor de los relatos, un revival de la política setentista, con un fragmento de animación para los anaqueles del peronismo revolucionario.
Salteado, aparecen otros cuadros, como en el programa y, también como en el programa, algunos son más efectivos que otros, con momentos de risa ahogada y otros menos rendidores; con personajes creados para el deleite y otros que justifican su existencia para decir una frase de humor y retirarse. Capusotto y Saborido hacen lo que mejor saben hacer y activan un código en común ya compartido. Prefieren ahondar en menos cantidad de personajes y no abusar de los que ya saben preferidos (uno puede extrañar a "La voz de la calle" o a "El idiota que le canta a la chica", pero la decisión de los autores fue "menos es más").
El 3D se aprovecha en algunos momentos, aunque no es indispensable para ver la película, y la animación y los cuadros musicales completan la propuesta. Entre las canciones, la de Violencia Rivas será la más pegadiza y entre los nuevos personajes, hay algunos que podrían tomar vuelo propio. Adelantar más de la trama o anticipar los picos de humor sería un pecado. Aunque vale una advertencia: hay que quedarse en la sala cuando empiecen a pasar los créditos del final.