Volvemos una vez más a los remakes de las grandes historias del cine, esta vez, nos toca Peter Pan. Pero ¿qué pasa cuando Hollywood desea exprimir hasta el máximo una idea? Yo me imagino que se juntan en una larga mesa en una oficina y piensan “Sí, hagamos esa, pero desde antes, volvamos a cuando los personajes no eran los personajes, y mostremosle al mundo cómo fue esa transición a su estado final que tanto amamos… ah, y de paso hacemos dinero, mucho dinero”. Pero ¿alguien nos preguntó a nosotros los espectadores si queremos ver eso?
Un niño, llamado Peter (Levi Miller), es abandonado en un orfanato de Londres, en los años 30. Doce años más tardes, el niño sigue luchando con la idea de que su madre va a volver a buscarlo, mientras por otro lado intenta averiguar a dónde están yendo muchos de sus compañeros huérfanos, que parecieran desaparecer a la noche. Sus preguntas son respondidas cuando todos son secuestrados por un grupo de piratas en un barco volador, con destino a Nunca Jamás.
Una vez allí, se entera de que un pirata está juntando a todos los huérfanos del mundo, para usarlos como esclavos en su mina y conseguir el tan preciado Pixium. Este pirata es Barbanegra (Hugh Jackman). Entre idas y vueltas, Peter se da cuenta de que tiene la habilidad de volar y se escapa de las minas junto a Garfio (Garrett Hedlund), para buscar a su madre en el bosque de los nativos. Una vez allí, conoce a Tiger Lily (Rooney Mara) y descubrirá que tiene que aliarse con los nativos para evitar que Garfio y compañía destruyan el mundo de las hadas.
Peter Pan es una película rara que no termina de encajar desde el principio, aunque no sepamos bien qué es lo que está fallando. Empecemos partiendo del punto de que es una película infantil, tiene toques de comedia absurda para los más chicos que en muchos momentos me hicieron acordar a Matilda, con sonidos ridículos, diálogos y personajes ingenuos, etc. Pero lo que más me molestó sobre lo infantil de esta película, es la historia. No hay trasfondos, no hay tramas ocultas, los personajes buenos son buenos, los malos son malos, los objetivos siempre son los mismos. Tal vez Pixar nos ha malacostumbrado a estas películas infantiles con increíbles trasfondos de gran profundidad como Wall-E (la contaminación, el sedentarismo de la humanidad) o Toy Story (la amistad, el abandono, la pérdida). No le pedía tanto a Peter Pan tampoco, pero no llegó ni a esas pobres expectativas.
Es demasiado simple para Petar Pan y Nunca Jamás, un mundo que pareciera ser inmenso, con miles de personajes por recorrer. Pero ahondemos más un poco en esta “simpleza de la que hablo”.
Tomemos como ejemplo al villano de la película, el Capitán Barbanegra interpretado por Hugh Jackman. Desde que nos presentan al personaje, él tiene un sólo objetivo: Encontrar el pixium que lo mantiene joven. Pero ¿qué más sabemos de él? Nada. Sabemos que secuestra niños para su mina, pero ¿porque quiere ser inmortal? No lo sabemos. ¿Qué es lo que lo lleva a enfrentarse con el mundo de las hadas que tanto odia? Sabemos que pelea con ellas, justamente por el pixium, pero ¿porque destruirlas si son justamente ellas las que general el pixium? ¿No sería mejor mantenerlas atrapadas? De esta forma podríamos repasar a todos los personajes, el arco es tan predecible que no queda lugar para la sorpresa: Barbanegra siempre quiere su juventud, Peter siempre busca a su madre, Garfio siempre busca la libertad.
Dirigida por Joe Wright, que hasta antes de esta película sólo había dirigido dramas y casi todos para un público femenino, se ve superado por esta gran producción de $150 millones de dólares. Su principal falla es la historia, transparente, sin altibajos, sin sorpresas, que hace que los personajes luzcan unidimensionales y aburridos, rodeados de colores brillantes y peleas absurdas.
Puntaje: 5 – Sin duda, una de las películas que decepcionó esta año, con un director que intentó jugar a lo seguro y perdió.