Finalmente llegó a los cines la esperada nueva versión de Peter Pan, dirigida por Joe Wright y protagonizada por Levi Miller (Pan), Hugh Jackman (Barba Negra) y Garret Hedlund (Capitán Garfio).
Una película llena de aventura y muy disfrutable desde el aspecto visual, pero que se queda a mitad de camino en otros aspectos, sobre todo en lo argumental.
El director Joe Wright -acostumbrado a llevar clásicos de la literatura del siglo diecinueve a la pantalla grande (Orgullo y prejuicio, Ana Karenina)- dio vida a este nuevo Peter Pan como si fuera un personaje de Charles Dickens, pero en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Abandonado por su madre en las puertas de un orfanato, Peter debe crecer en ese lugar horrible dirigido por una monja malvada. Los niños van desapareciendo de a poco, sin tener noticias de cómo ni por qué sucede esto, hasta que una noche y literalmente de la nada llega un barco pirata volador que secuestra a todos los niños y, en el medio de un tiroteo con aviones aliados, desaparecen y son llevados al País de Nunca Jamás. Bien logrado visualmente, pero muy forzado y sin matices.
A partir de ese momento, las relaciones con Dickens se van desvaneciendo y asistimos al ascenso de Peter Pan. Pasa de ser un niño abandonado a su suerte en un orfanato a lo que podríamos llamar un superhéroe de la Generación Z (generación de la era digital).
Con tantas películas de superhéroes dando vueltas por ahí, creo que Joe Wright no aguantó la tentación de crear el suyo propio. Y ahí es donde falló. Si se hubiera apoyado más en Dickens, quizás le hubiera resultado mejor.
Con actuaciones poco memorables y sin una base sólida sobre la que asentarse desde lo argumental, esta versión de Peter Pan, que pretende ser el inicio de una franquicia, tiene como aspecto más sobresaliente el 3D. Y punto. Quizá les alcance...