En la mente del Asesino, nos lleva a la ciudad de Atlanta, donde el agente Joe Merriweather (Jeffrey Dean Morgan), junto a su compañera Katherine Cowles (Abbie Cornish), buscan la ayuda del Dr. John Clancy (Anthony Hopkins) para detener a un asesino en serie extremadamente meticuloso y sádico. Clancy, retirado después de una trágica pérdida familiar, vuelve un poco debido a la amistad que lo une con Joe, pero al mismo tiempo intrigado por el caso. La película, fue originalmente pensada como una secuela de Pecados Capitales (Se7en), que se titularía Ei8ht, y el personaje de Anthony Hopkins fue pensado para que lo representara Morgan Freeman y su extraordinario Somerset. Gracias dios Fincher no estuvo de acuerdo, y la película se desarrolla como una historia independiente, ya que de haber pasado esto, las características del personaje de Hopkins hubieran destrozado nuestro recuerdo del detective compañero de Brad Pitt. Lo que mas ruido hace es que parece constantemente imitar a películas como la ya nombrada Pecados Capitales, El Silencio de los Inocentes, la desconocida Resurrección, etc., pero el director no llega al nivel de la gente que dirigió esas películas (Fincher, Mulcahy, Demme) y queda corto. En ese intento, no tiene estilo propio, que fue lo que diferencio a esas obras, y de esa manera lograron marcar al género. Creo sinceramente que si no fuera por el reparto, la película seria no solo una más del montón, sino que inclusive, hasta se la podría considerar clase B. Con todos los condimentos que este genero necesita, un asesino inteligente, un detective igual, crímenes sádicos, escenas del crimen sórdidas, motivos retorcidos, pistas crípticas y un ritmo veloz, este Thriller cumple por poco con lo prometido sin brillar, y logra entretenernos, pero la olvidamos al rato de haberla visto.
Resulta difícil hacer una reseña de una película sobre un tema que genera tanto fervor. Sobre todo para un hincha de Boca como yo. El género al cual pertenece parece un buen lugar para comenzar: un documental de la historia de un club de fútbol. Se ven muchos de este tipo de repasos históricos a las instituciones que hicieron grande a uno de los deportes más populares de Argentina -y del mundo. Generalmente, la costumbre es empezar por el origen. La fundación, los comienzos, los primeros equipos. No es el caso de Boca Juniors 3D. En este punto es donde Rodrigo H. Vila encuentra uno de sus aciertos más importantes: el narrador, Funes el memorioso. Funes (que tiene poco de borgiano en esta película) le permite a Vila (director y guionista) tener el resorte fundamental que le permite ir de atrás hacia adelante, venir y volver a lo largo de la rica historia centenaria del club de la ribera. A través de sus recuerdos es que accedemos a las imágenes y las crónicas, muchas de ellas guardadas todavía en las retinas y en la memoria de los hinchas xeneizes. Además de Funes, tenemos a los protagonistas. Los que construyeron la historia contando sus anécdotas, sus vivencias, sus sentimientos. No están todos, faltan algunos de los más importantes: Bianchi, Riquelme, Maradona (sólo se los ve en imágenes de archivo). Pero el resto, están. Del pasado reciente y del más lejano. La cuestión que no brinda una experiencia completa es el 3D. La experiencia 3D solamente dice presente en algunas imágenes actuales de la Bombonera, filmadas por el propio director. El resto son imágenes de archivo, televisivas -como era de suponer- que no logran equipararse a las tomadas por el director en la actualidad, de una Bombonera repleta y que hacen sentir al espectador como si estuviera ahí. Pero todo eso, al hincha de Boca, le importa muy poco. Porque el sólo hecho de ver a sus ídolos y a la camiseta que ama le despierta pasión, vítores, aplausos. Y con esta película, de algo podemos estar seguros: diga lo que se diga, con los millones de hinchas de Boca que hay a lo largo y ancho del país,va a reventar la taquilla.
Finalmente llegó a los cines la esperada nueva versión de Peter Pan, dirigida por Joe Wright y protagonizada por Levi Miller (Pan), Hugh Jackman (Barba Negra) y Garret Hedlund (Capitán Garfio). Una película llena de aventura y muy disfrutable desde el aspecto visual, pero que se queda a mitad de camino en otros aspectos, sobre todo en lo argumental. El director Joe Wright -acostumbrado a llevar clásicos de la literatura del siglo diecinueve a la pantalla grande (Orgullo y prejuicio, Ana Karenina)- dio vida a este nuevo Peter Pan como si fuera un personaje de Charles Dickens, pero en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Abandonado por su madre en las puertas de un orfanato, Peter debe crecer en ese lugar horrible dirigido por una monja malvada. Los niños van desapareciendo de a poco, sin tener noticias de cómo ni por qué sucede esto, hasta que una noche y literalmente de la nada llega un barco pirata volador que secuestra a todos los niños y, en el medio de un tiroteo con aviones aliados, desaparecen y son llevados al País de Nunca Jamás. Bien logrado visualmente, pero muy forzado y sin matices. A partir de ese momento, las relaciones con Dickens se van desvaneciendo y asistimos al ascenso de Peter Pan. Pasa de ser un niño abandonado a su suerte en un orfanato a lo que podríamos llamar un superhéroe de la Generación Z (generación de la era digital). Con tantas películas de superhéroes dando vueltas por ahí, creo que Joe Wright no aguantó la tentación de crear el suyo propio. Y ahí es donde falló. Si se hubiera apoyado más en Dickens, quizás le hubiera resultado mejor. Con actuaciones poco memorables y sin una base sólida sobre la que asentarse desde lo argumental, esta versión de Peter Pan, que pretende ser el inicio de una franquicia, tiene como aspecto más sobresaliente el 3D. Y punto. Quizá les alcance...
Lo primero que hay que decir de Bridge of Spies es que, a pesar de lo que diga su título, no es una película de espías. Como otras películas de Spielberg es, o intenta ser, un drama social detrás de los acontecimientos políticos. Pero parece inverosímil que el mismo director que realizó películas conmovedoras desde todo punto de vista, tales como La lista de Schindler o Amistad, sea el mismo de El puente de espías. La película cuenta la historia real de un abogado de Nueva York, James Donovan (Tom Hanks), quien primero debió defender en la corte a Rudolph Abel (Mark Rylance) de realizar espionaje en los EEUU durante los años más álgidos de la Guerra Fría y luego colaboró con la CIA para que Abel sirviera de intercambio con un piloto norteamericano capturado por la Unión Soviética. Toda la película se apoya en la relación que se va creando entre Donovan y Abel, y ese es uno de los pocos puntos a favor del film. Como siempre, Tom Hanks hace su trabajo de manera impecable y el actor inglés Mark Rylance es, al menos para mi, una gratísima revelación y posiblemente el punto más alto del film. Desde lo formal, otro punto a destacar es el realismo para representar toda una época aunque, en mi opinión, ese realismo no se corresponde con algunas situaciones de la historia. Quizás los hechos se desarrollaron tal como se describen en la película, pero que un simple abogado que pocos días atrás era visto casi como un traidor a la patria por representar legalmente a un espía ruso termine dándole instrucciones a la CIA, me parece demasiado. Justamente, una de las cosas que más me llamó la atención de esta película es la pobreza del guión. Los hermanos Cohen, que nos tienen acostumbrados a historias intrincadas -cuando no absurdas- donde un plan simple se va complicando cada vez más hasta venirse en contra del protagonista o de los protagonistas, terminaron escribiendo un guión demasiado simple y demasiado lineal. Con poquísimos matices. Si la historia cuenta las tensiones entre EEUU y la Unión Soviética que podrían haber llevado a una guerra nuclear, eso no se siente en ningún momento del film. En definitiva, y esto es un pedido formal y hasta desesperado, que alguien le haga llegar una brújula al queridísimo Steven Spielberg; últimamente, tanto en la dirección como en la producción se está alejando mucho de las maravillas de las que él es capaz. Y lo necesitamos.