Un Peter Pan humanizado.
Peter Pan (2015), dirigida por Joe Wright, conocido por sus transposiciones literarias Orgullo & Prejuicio (2005), Expiación, Deseo y Pecado (2007) y Anna Karenina (2012), lleva aquí a la pantalla grande la obra de teatro estrenada en 1904 bajo el título de Peter Pan, el niño que no quería crecer. Es sabido que se han llevado a cabo varias transposiciones del clásico personaje infantil, pero la originalidad de esta interpretación reside en su carácter de precuela, a diferencia de Peter Pan (2003), la cual no aportaba ninguna novedad. Aquí se narran los inicios de Peter Pan, introduciéndonos en su origen y su arribo a la tierra de “Nunca Jamás”. Peter es un niño que fue abandonado por su madre Mary (nombre que originalmente poseía la madre de Wendy) y por ende, se encuentra en un orfanato en la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial. Las monjas crueles que manejan dicha institución secretamente venden a los niños a los piratas. La característica de este film es que enfatiza el lado humano de Pan, a pesar de poseer el don de volar. Es decir, en la psicología del personaje las ambivalencias humanas serán más que sus dotes, a diferencia del tradicional Peter Pan (1953) de Disney, por ejemplo, que tenía un aspecto de niño-duende; es decir, su aspecto mágico relucía en su apariencia exterior (hoy el detalle se transforma en una emoción interna). Aquí es el único don mágico que tiene, además de entender el lenguaje de las hadas, mientras que en el texto de su creador James M. Barrie poseía varias cualidades extraordinarias.
La llave de la flauta de Pan develará que Peter está destinado a cumplir la profecía del lugar (al igual que Alicia en Alicia en el País de las Maravillas, de Tim Burton), centrada en la liberación del País de Nunca Jamás de la tiranía de Barbanegra. La inclusión del más famoso de los piratas ingleses (interpretado por el versátil Hugh Jackman), caracterizado con un vestuario negro que combina las estéticas del barroco y la oriental, viene acompañada de un ejército de colegas, algunos de ellos clowns aterradores. Barbanegra, el villano del film, es representado como un líder carismático que explota niños en minas para obtener polvo de hadas (la explotación infantil será un rasgo presente en ambos mundos). A este líder carismático lo acompaña un soundtrack muy intertextual con canciones como Smells Like Teen Spirit de Nirvana y Blitzkrieg Bop de los Ramones. En la versión de Disney, para volar eran necesarios los pensamientos y el polvo de hadas (polvo de estrellas), en cambio aquí la fe en uno mismo es más que suficiente. El poder del polvo de hadas está limitado a la eterna juventud, la cual será anhelada por el villano y no encarnada en el personaje del niño eterno Peter Pan.
En esta aventura Pan estará acompañado por quien en el futuro será su enemigo, el Capitán Garfio, y también por su fiel colega Smith. Pan y Garfio lucharán a la par en este mundo paralelo lleno de misterios, en donde sirenas y árboles guardan recuerdos, funcionando como la memoria histórica del País de Nunca Jamás y protegiendo todos sus secretos. En este mundo mágico los nativos serán representados por diferentes culturas homologadas en una estética que combina lo indígena con lo oriental. El reino de los nativos, a diferencia del de Barbanegra, es muy colorido. Finalmente, se dejan aquí las puertas abiertas para el inicio de una saga en la cual sería interesante ver cómo se transforma la amistad entre Peter y Garfio en enemistad. Asimismo, nos preguntamos si se desplegará o no su potencial mágico, planteado originalmente por su creador Barrie, o si seguirán primando sus características humanas (enfatizadas por su búsqueda identitaria).