Peter antes de ser Peter Pan, y Garfio antes de convertirse en su némesis
Joe Wright se mete con esos clásicos que parecen intocables y los reinventa. El director británico antes había filmado Orgullo y prejuicio (Jane Austen), Expiación, deseo y pecado (Ian McEwan) y Anna Karenina (León Tolstoi); ahora pretende contar la historia de Peter Pan antes de ser el que todos conocemos, el niño icónico de la cultura popular que supo apadrinar el escritor escocés James Matthew Barrie. Este personaje versión 2015 interactúa con personajes de ese universo caracterizados y jerarquizados de tal manera que termina destruyendo la cosmovisión Disney. Los efectos visuales y el 3D son un viento de cola para trazar la épica de esta (¿nueva?) aventura. Levi Miller es Peter Pan y tampoco quiere crecer, Hugh Jackman es el impiadoso Barbanegra, Garrett Hedlund es -paradójicamente- su amigo Garfio y Rooney Mara es Tigrilla, la princesa. En una segunda línea completan el reparto Adeel Akhtar, Amanda Seyfried, Nonso Anozie, Kathy Burke y Cara Delevingne. Campanita casi ni aparece.
El primer flashback muestra el abandono de un bebé en un orfanato, ahí crece el -hasta entonces ignoto- protagonista de esta historia. Entre castigos y austeridad. Durante la Segunda Guerra Mundial, una de las monjas comete el pecado o la avivada de adueñarse de las provisiones; de carnes hasta golosinas pasando por lo insólito. La curiosidad de Peter le permite descubrir el escondite del motín y es la primera de las aventuras que lo llevarán del hospicio directamente a NuncaJamás. La escenografía y el vestuario están muy bien logrados, acompañan sin altibajos el desarrollo de la historia. Aunque las secuencias de acción se quedan a mitad de camino, contemplando el target son justificadas la ausencia de violencia desmedida o de sangre, pero podrían ser mejor y el relato no teme mostrar cómo mueren niños. Algunas persecuciones parecen una mala parodia de esos videojuegos donde el personaje corre de frente a la pantalla esquivando enemigos de izquierda a derecha y con suerte saltando.
NuncaJamás es una cantera de polvo de hadas. El recibimiento a Peter Pan como parte del séquito de jóvenes que trabajan para Barbanegra es acompañado por el canto al unísono de un clásico de Nirvana, también hay uno de los Ramones que los +25 se van a descostillar de risa. Las situaciones hilarantes se contraponen a las condiciones infrahumanas del trabajo, que además de mostrarse como la tiranía misma, al mismo tiempo esconde cierto cinismo con la burocracia extractivista.
La profecía indica que un niño salvará de la tiranía pirata a la célebre isla, los pobladores originales que esperan por ese mesías deberán someter a determinadas pruebas al intruso que busca a su madre perdida más que la emancipación. Si vuela, lo confirma. Allí encontramos a la princesa interpretada por Mara, quien se esfuerza desde un principio para que sus apariciones empeoren escena tras escena. Los vericuetos con el linaje de Tigrilla son el pasaje más aburrido, con escenas obvias y un doble del Ravi Shankar (bueno) que no llega a reunir el suficiente temple ni gracia.
Los paisajes son asombrosos; justamente el asombro y el drama son los adjetivos principales que describen la filmografía de Wright. El trabajo del guión es bueno, allá tendremos a los popes que intentarán contrastarlo con el libro original o las otras seis versiones del cine, pero las comparaciones están hechas para los titulares. Por decantación, el pirata que encarna Jackman podrá también ser comparado con el Jack Sparrow de Johnny Deep en Piratas del Caribe. Los dos son desafiantes y graciosos a la vez. La caracterización de Barbanegra es llevada al límite y algunos no lo reconocen.
Peter Pan es una película entretenida, aunque empiece lenta y tenga obviedades. Las actuaciones, música y guión están bien entrelazados y el producto final es digno de recomendación. Será cuestionada, para la inmensa mayoría no podrá superar a la versión del 2003 pero funciona como precuela de una historia que conocen casi todos. Toma riesgos y resuelve los interrogantes que eso conlleva sin dejar de contar bien una aventura que parecía haber agotado todos los recursos narrativos.