El espectador adulto se encontrará con una parafernalia visual que atraerá a los más pequeños pero que, en escasas ocasiones, despierta adrenalina y emoción, más allá del cuidado estético y del abuso de las técnicas del CGI.
Después del clásico animado de Disney de 1953, y de las películas de acción en vivo como Hook y Descubriendo el país del Nunca Jamás llega esta precuela titulada en inglés Pan, que aborda el universo mágico de la historia y se remonta a tiempos de la Segunda Guerra Mundial, donde unas monjas malvadas entregan a sus niños huérfanos a Barbanegra -Hugh Jackman- que los utiliza a su vez para trabajar en una mina.
Con este comienzo, el director británico Joe Wright explora los confines de mundos fantásticos pero se encuentra alejado de la efectividad de sus anteriores trabajos. Sólo basta recordar Orgullo y Prejuicio; Expiación, Deseo y Pecado e incluso su vertiginosa Hanna.
En Peter Pan el interés principal pasa por conocer el origen de Peter -Levi Miller-, el niño que fuera abandonado y que descubrirá que es fruto de la relación entre un hada y un príncipe. En su camino lleno de obstáculos -desde pájaros parecidos a dinosaurios y aguas que esconden a un gigantesco cocodrilo-, el pequeño "elegido", capaz de volar, es acompañado por Garfio -Garrett Hedlund-, una suerte de Indiana Jones con poco carisma y la guerrera Tiger Lilly -Rooney Mara-, todos inmersos -y suspendidos- en tierras desconocidas que encierran misterio y sorpresas.
El espectador adulto se encontrará con una parafernalia visual que atraerá a los más pequeños pero que, en escasas ocasiones, despierta adrenalina y emoción, más allá del cuidado estético plasmado en hallazgos policromáticos y del abuso de las técnicas del CGI, entre barcos que surcan cielos, aviones de guerra en pleno combate y una aldea que rinde culto a su ídolo Barbanegra como si se tratara de una estrella de rock o de un emperador romano.
La inocencia y la capacidad de soñar para combatir el horror de la realidad aparece opacada en los momentos en los que la historia necesitaba mayor corazón y tensión dramática en lugar de tanto chisporroteo. De todas formas, puede ser que el público menudo disfrute con estos piratas, seres mágicos, sirenas y acrobacias circenses que hacen añorar otros tiempos, mientras se intenta emular el espíritu de los clásicos.