Pan, de Joe Wright, experto en adaptaciones es quizás la película más desconcertante del año. “Precuela” de Peter Pan, es decir que los personajes están ahí pero es “otra cosa”, una mirada en última instancia personal sobre cierto mundo. Hay momentos de suntuosidad alocada, como si Baz Luhrmann hubiera tomado más que ajenjo. Hay momentos de una teatralidad evidente e incluso algunos horrores y ambigüedades que no suelen formar parte del actual “cine familiar”, aunque, nobleza obliga, siempre fueron parte de los mejores cuentos de hadas. Ahora bien: todos estos elementos interesantes en ocasiones andan a la deriva, como si el film fuera sólo un catálogo de posibilidades para un relato y no un relato en sí. El tema de la infancia como lugar peligroso queda disuelto en parte por tanta ambición. Pero es un film que apuesta al riesgo, raro en el campo del gran espectáculo.