Cuando Garfio era bueno
Precuela del relato clásico, se toma varias licencias, pero mantiene el espíritu aventurero.
La esencia no cambia. Eso es lo importante.
El Peter Pan de Joe Wright toma sólo algunos personajes creados por el escocés J. M. Barrie para narrar lo que sería una precuela. No importa que se tome licencias -puristas del relato original, abstenerse y mejor quedarse en casita- para contar cómo Pan conoció a Garfio, y cómo los amigos pueden llegar a convertirse a futuro en enemigos.
Situada en plena Segunda Guerra Mundial (!), Peter (Levi Miller, a quien pronto veremos en la serie Supergirl) no es Pan en el comienzo. Su joven madre lo dejó, siendo un bebe, en la puerta de un orfanato. Años más tarde el cielo de Londres se verá atestado de aviones alemanes, pero también lo surcará un barco pirata, que se lleva a los niños (luego, los niños perdidos).
Mientras son obligados a trabajar por el nefasto Barbanegra (un Hugh Jackman plagado de excesos) con el pico en las minas, donde buscan lo que Barbanegra arrebató de las hadas, Peter y Garfio se conocerán, y vivirán aventuras al mejor estilo Indiana Jones.
Porque este Peter Pan tiene una historia pequeña, pero mucho despliegue visual. El mágico mundo de Nunca Jamás es, por decirlo de alguna manera, bastante particular, hay una guerra ancestral, personajes nuevos (Tiger Lily, según Rooney Mara), muchos guiños -cocodrilos y sirenas incluidos-, mucho humor y alguna que otra escena que pondrá los pelos de punta a los más pequeños.
Los miedos de los chicos están retratados de una manera sutil y hasta con vuelo -precisamente, el temor de Peter a poder o no volar- que el director inglés de Expiación, Orgullo y prejuicio y Anna Karenina presenta con naturalidad.
Aunque la versión de Peter Pan (2003) de P.J. Hogan nos siga resultando, por mucho motivos, insuperable -con Jason Isaacs como el padre de Wendy... ¡y Garfio!-, esta película, si funciona entre el público, puede dar pie a nuevas aventuras. Ya se sabe: Hollywood demostró que todo puede adaptarse, no importan los saltos temporales. Si Pan no puede crecer, y en la continuación del libro original vive en el presente, no hay nada que no pueda crearse. Ni creerse.