Will Gluck («Easy A», «Friends with Benefits») había sido el responsable de brindarnos la primera entrega de «Peter Rabbit», aquel simpático y travieso conejo proveniente de la imaginación de la escritora inglesa, Beatrix Potter. Sus aventuras datan de 1902 y tuvo una aparición en 6 libros hasta el año 1912. Obviamente, el conejo tuvo sus diversas apariciones en otros medios y adaptaciones, pero nunca como protagonista indiscutido de un film hasta el 2018. Su primera aventura cinematográfica mezcla entre live action (con actores reales) y CGI para los animales, tuvo un recibimiento bastante aceptable por parte de la crítica y un buen desempeño en la taquilla, cosa que hizo acelerar su secuela que nos termina llegando en pleno contexto pandémico.
La fábula pergeñada por Potter relata las travesuras de Peter, un conejo que siempre logra meterse en problemas por más que intente mantenerse alejado de ellos. En la primera entrega cinematográfica protagonizada por este simpático mamífero, Peter Rabbit (con la voz de James Corden) debía lidiar con su vecino Thomas McGregor (Domhnall Gleeson) quien no solo intentaba alejarlo violentamente de su huerta, sino que además, estaba interesado afectivamente en la dueña y protectora de Peter y sus amigos, la tierna vecina Bea (Rose Byrne). En esta oportunidad, luego de que la pareja de Thomas y Bea hayan decidido casarse y formar una familia, los conejos parecen haber hecho una especie de tregua con McGregor, aunque igualmente los problemas no tardarán en llegar para Peter y sus amigos. El clan vivirá una aventura que los llevará a la ciudad y los pondrá en peligro, al mismo tiempo que la carrera de Bea como escritora será amenazada por Nigel Basil-Jones (David Oyelowo), el director de una editorial que busca explotar comercialmente el primer libro de la mujer basado en las aventuras de sus conejos mascotas.
Con el éxito de la entrega anterior, no era de extrañar que «Petter Rabbit» siga un camino similar al del oso «Paddington» (otro reconocido personaje de la literatura inglesa) que también contó con su secuela años después de la buena recepción de la primera parte. Nuevamente nos encontramos con un largometraje que apunta directa y exclusivamente al público infantil. No obstante, hay ciertos gags y momentos que llamarán directamente la atención de los adultos, haciendo que la experiencia no sea del todo aburrida y aporte algo más que humor básico e inocente. El CGI está muy bien empleado y contrastado con los actores de carne y hueso, haciendo que en este relato se vea menos forzado que en otros.
Al igual que en la primera parte, la obra atraviesa algunos pasajes de slapstick y comedia física, así como también algunos instantes de violencia caricaturesca. Por otro lado, algo que le da a esta película un valor añadido respecto a su predecesora es cómo por momentos se incurre en una autorreflexión y autoconsciencia inspirada en la que se contrasta la existencia de la propia secuela con los fines materiales del personaje de Oyelowo que sugiere algunas ideas disparatadas para las aventuras literarias de los personajes de Bea que después terminan replicándose en la estructura del propio film.
Obviamente, que «Peter Rabbit 2» no busca reinventar el género ni mucho menos, e incluso tiene algunos momentos predecibles y esperables dentro de los tropos del cine infantil y/o familiar, pero logra brindar una hora y media de entretenimiento alocado para los más chicos y sus padres. Will Gluck parece sentirse cómodo dentro de este universo y logra aggiornar la magia del personaje literario en un film que mantiene el espíritu de la obra original.