Inspirada en los personajes creados por la escritora inglesa Beatrix Potter, Las travesuras de Peter Rabbit combina el espíritu de aquella fábula con una mirada más irónica adaptada a los nuevos tiempos. Aquella tensa convivencia entre el subterráneo mundo de los traviesos conejos y la enérgica y despótica figura del viejo señor McGregor (Sam Neill), custodio de su huerta repleta de vegetales, cobra vida en clave de humor y juegos amorosos tras la llegada del joven heredero Thomas (Domhnall Gleeson) a la vida en la campiña.
El director Will Gluck ( Amigos con beneficios, Se dice de mí) recupera su experiencia en la comedia romántica para delinear un inesperado triángulo amoroso entre el seductor Peter Rabbit, líder de la banda de conejos animados, y el yuppie Thomas por el cálido corazón de Bea (Rose Byrne), la pintora de la casa vecina. Con algunos gags previsibles y cierto espíritu infantil, la batalla imaginada en aquella Inglaterra victoriana por la libertad y la desobediencia encuentra en el presente (como sucedía con Paddington, historia que también retrata arquetipos de la tradición británica) cierto desparpajo propio de un Peter de adolescencia tardía.
La dinámica entre humanos y animales funciona con alguna que otra rusticidad logrando sus mejores momentos en las alianzas de las distintas especies frente a la dislocada amenaza del invasor, enviado -como era de esperarse- desde la moderna metrópolis.