Petite Maman, de Celine Sciamma (Competencia Internacional)
Luego de la impresionante "Retrato de una mujer en llamas", Celine Sciamma vuelve a los primeros planos para demostrar que aquella película no sería una excepción en su carrera cinematográfica. Si bien "Petite Maman", en comparación, presenta una trama algo más sencilla desde su potencia y construcción, la capacidad de retratar emociones y de acercarse a la construcción de vínculos emocionales, permanece intacta en esta nueva obra. Sciamma ha ido logrando rasgos identitarios en su cine, que lo hacen tan personal como identificable.
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En "Petite Maman" viajaremos al universo de Nelly, una niña de 8 años que acaba de perder a su abuela y debe viajar a su casa para ordenarla y vaciarla. Esta aventura, junto a su madre y padre, aparece cargada de todos esos aspectos tan dolorosos como el de tener que afrontar una pérdida repentina. Pero en esa escena solitaria y boscosa, irrumpirá una misteriosa niña con la que irá construyendo de a poco una amistad muy particular.
Un poco del cine de Miyazaki aparece en esta historia de Sciamma, sin lugar a dudas. Otro poco también nos agita en la memoria esa gigantezca película de Carla Simón titulada "Estiu (Verano) 1993)". Distintas miradas respecto al duelo infantil y a la construcción del vínculo materno-filial que se vuelven tan sensibles como imprescindibles.
Si bien los flashes siempre irán apuntando a la directora, es importante reconocer el trabajo de las dos niñas (las gemelas Josephine y Gabrielle Sanz) que sobrellevan el peso de la película sobre sus hombros y lo realizan de manera fenomenal.
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A punto de dormirse y tras varios cuestionamientos, su madre le pregunta a Nelly, "Por qué me haces ahora todas estas preguntas?". "Porque es el único momento en el que estas" le responde la niña. Un intercambio que va directo al pecho, pero que sintetiza una obra que no escatima a la hora de tener que retratar realidades, tan complejas como difíciles de asumir.