El cine inglés tiene trayectoria en narrar historias de marcado tinte social con un tinte de agradable humor para descomprimir o bien burlarse de sus propias desgracias. El célebre Mike Leigh es uno de los ejemplos más fuertes con su filmografía plagada de comedias dramáticas en barrios obreros.
Dentro de ese “estilo”, Stephen Frears siempre buceo por las ambigüedades, dueño de una carrera ecléctica, podemos hablar de dramas victorinos, films generacionales, biopics de la realeza, y claro, también, alguna película de denuncia sin llegar nunca al fondo de la cuestión.
Philomena es el nuevo film de Stephen Frears, por el cual recibió varias nominaciones a los Premios Oscars, inclutendo a Mejor Película, y podríamos decir a primera línea que todos los tópicos de su filmografía están ahí presentes, esta vez en plan “historia de vida”.
Basada en un hecho real, Philomena Lee (Judi Dench, magnífica como – casi – siempre) es una mujer que sabe de pelearla, y cómo. Su historia bien podría integrar el panel de testimonios de algún programa “vespertino”, de esos que se dedican a escuchar (¿y solucionar?) dramas personales.
Philomena es una enfermera jubilada, realmente entrañable, perteneciente a los barrios obreros, a las clases bajas, pero necesita seguir en pie. Hace cincuenta años tuvo que dar a su hijo en adopción, obligadamente, y de ahí en más su vida está dedicada a encontrarlo.
Frears sabe cómo narrar una historia y llegar al alma del espectador, unió a la Philomena de Dench con el personaje de un ex presentador de la BBC que también supo integrar la dirección de comunicaciones de Tony Blair, personaje que también se encuentra atravesando una mala etapa. Que este personaje, Martin Sixsmith, sea interpretado por el simpático Steve Coogan ya nos marca algo.
El film nos muestra la búsqueda actual de Philomena, la relación con Sixsmith que se interesa en su historia, y el pasado de la mujer, como una adolescente interna de un colegio de monjas, que quedó embarazada y a la que, básicamente, le quitaron su bebé, o la obligaron a desprenderse de él.
Inteligentemente Frears no recarga las tintas, cuando la crudeza de la represión religiosa se pone áspera, intercala una situación amena, para relajarnos. También es cierto que cuenta con un manejo técnico envidiable al que hay que sumarle una banda sonora más que potente a cargo del reconocido Alexander Desplat.
Dench y Coogan se encuentran en su juego, juntos o separados sus interpretaciones realzan el film; y como ya se ha dicho, esta calidad interpretativa es acompañada por un armado técnico sobresaliente similar al que Stephen Frears realiza en cada uno de sus films para coronar un todo redondito.
Philomena es un film que sabe ser agradable, y sabe ponerse serio cuando lo necesita; talvez pueda reprochársele cierto “paseo” por algunos temas, alguna falta de profundización. Pero estamos frente a un típico producto de temporada de premiaciones, y en ellos, la profundización no es lo acostumbrado.