Llena eres de gracia
El británico Stephen Frears es regularmente eficaz para las ideas de otros. Un caso significativo es Alta fidelidad, la adaptación del libro de Nick Hornby acerca de un disquero que cataloga sus romances como discos, que Frears llevó a la pantalla por iniciativa de John Cusack. En Philomena, el impulsor del proyecto es el comediante Steve Coogan, coproductor, coguionista e intérprete de este virtual tête-à-tête con la prestigiosa Judi Dench. Durante la posguerra, una madre adolescente es abandonada en el convento irlandés de Roscrea. Las monjas luego entregan al hijo en adopción a una familia norteamericana (en lo que, parece, por un puñado de dólares, era una práctica sistemática). Cincuenta años después, Martin Sixmith (Coogan), ex periodista de la BBC y ex empleado del gobierno inglés, descubre el caso y acompaña a Philomena (Dench) en la búsqueda de su hijo por los Estados Unidos, con la finalidad de reactivar su carrera.
El caso es real: Sixmith publicó un libro sobre la historia de Philomena Lee, que Coogan abrazó como una causa personal y la llevó al cine. Exceptuando el sentimentalismo de algunas escenas y un humor algo condescendiente respecto de la anciana irlandesa, Frears es soberbio en la realización; halla el contexto justo para los flashbacks de la joven Philomena y retrata como tragicomedia a la relación entre Sixmith y Lee. Coogan también mete ideas: tira pálidas al periodismo, reflexiona sobre los pros y contras de tener fe y, bajo un tono amable, reabre un debate dormido sobre el rol social del catolicismo. Como colofón, días atrás Coogan y Lee visitaron al Papa como parte de una campaña para que la Iglesia reabra sus archivos de adopciones ilegítimas. Así, Philomena sale del cine y vuelve a la vida real. Y a sus ochenta años deja la puerta abierta para escribir otra historia.