Adaptada de una historial real, Philomena es una poderosa película que brilla gracias a una precisa dirección, fantásticas actuaciones y un guión inteligente.
Muchos años atrás, Philomena Lee (Judi Dench) quedó embarazada siendo tan solo una joven. Por vergüenza, la familia la envía a vivir a un convento de monjas donde no solo tiene que trabajar para que sus pecados sean perdonados sino que también es obligada a firmar un contrato donde acepta dar a su hijo en adopción y nunca intentar rastrearlo. Con el correr de los años Philomena ya no puedo guardar este secreto y termina confesándoselo a su hija, quien a su vez y casi de casualidad, se lo cuneta a Martin Sixsmith (Steve Coogan), un periodista recientemente despedido de su trabajo que intenta escribir un libro que no parece interesarle a mucha gente. Con la condición de que Sixsmith luego escriba una nota sobre la búsqueda, él y Philomena salen a encontrar el hijo perdido. Philomena es una adaptación del libro El Niño Perdido de Philomena Lee, escrito por el periodista de la BBC Martin Sixsmith.
Con Pecado Concebido
La historia detrás de Philomena es una de esas que ni siquiera el mejor guionista de Hollywood podría haber imaginado, con sus personajes, situaciones y giros. Si bien en los papeles la trama suena sumamente simple, el nuevo film de Stephen Frears (Negocios Entrañables, La Reina, Alta Fidelidad) hace un gran trabajo indagando en las relaciones humanas y, sobre todo, en la naturaleza del pecado.
Al fin y al cabo, al menos en lo ojos de Frears y el guionista y actor Steve Coogan, este último resulta casi un negociado. Donde la persona perjudicada acepta las reglas sin protestar por el simple hecho de tener que “pagar” por lo que hizo mal, o lo que según alguien hizo mal. Philomena era tan solo una joven cuando quedó embaraza y tuvo que empezar a trabajar en un convento para saldar su deuda con Dios y con las monjas que cuidaban de ella. Como si esto no fuera suficiente, el fruto de su indecencia también debe ser alejado de ella, aunque claro que por una módica suma de dinero. Es por eso que en este convento, las monjas no solo esperan que pagues por tus pecados trabajando, sino que también entregan a tu hijo en adopción a familias ricas y a cambio de “una donación”.
Pero Frears y el guión son lo suficientemente inteligentes como para saber que las cosas no son solo blanco y negro. Uno de los puntos mas interesantes de la historia está en que a pesar de todos los atropellos que tuvo Philomena por parte de la Iglesia, es aun una católica devota que esta convencida de que lo que le hicieron fue lo correcto y era la única forma de pagar por su pecado. Por otro lado tenemos al personaje de Coogan, el periodista Martin Sixsmith, ateo y que en un comienzo solo se interesa por la historia desde el punto de vista periodístico, pero lentamente comienza a ser atraído hacia un plano mas emocional y termina convirtiéndose en el contrapunto de Philomena.
El guión escrito por el propio Steve Coogan (a quien recordarán de 24 Hour Party People, entre otras) con la ayuda de Jeff Pope hace un gran trabajo balanceando entre el drama y la comedia. Si bien el film es sumamente emotivo e incluso por momentos difícil de ver, los toques de comedia están perfectamente distribuidos y surgen de manera espontanea y oportunamente. Frears encara el guión sabiamente e incluso siendo sumamente crítico en algunos trazos de la película, nos da espacio para que cada uno saque sus propias opiniones de los hechos.
Frears también dirige a sus actores con la misma maestría que demostró a lo largo de toda su carrera. Judi Dench, quien logró su séptima nominación al Oscar con este papel, nos presenta a una Philomena que parece suspendida en el tiempo. Una persona que luego del aberrante hecho que le tocó vivir dejó su vida en pausa. Por su lado, Steve Coogan resulta un intrigante contrapunto y muestra una interesante faceta dramática que no siempre tenemos la oportunidad de ver.
Conclusión
Philomena es una película sumamente bien contada, y a pesar de que presenta una historia dura, no busca alivianarla con sus toque de comedia. Frears y compañía no están interesados en hacer una crítica a la Iglesia católica sino mas bien mostrar el atropello que se hace en algunos lugares en el nombre de Dios. Los personajes de Philomena y Sixsmith están perfectamente delineados y ambos entregan dos interesantes puntos de vista de una misma historia que logra emocionar, divertir e incluso indignar por igual.
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