Philomena

Crítica de Martín Chiavarino - A Sala Llena

Lágrimas ideológicas que caen sobre novelas rosa.

La noción de pecado ha sido una de las invenciones ideológicas más eficaces en la cultura occidental para instaurar un sentimiento de culpa religioso sobre las clases bajas para controlarlas y que ellas mismas acepten la sumisión a un sistema que las priva de derechos como ciudadanos libres.

Philomena (2013) es la última película del director Stephen Frears (The Grifters, 1990; Dangerous Liaisons, 1988) y está basada en la investigación periodística de Martin Sixsmith, un corresponsal de la BBC y Director de Comunicaciones del Gobierno de Tony Blair en Gran Bretaña: The Lost Child of Philomena Lee.

Luego de ser despedido como Director de Comunicaciones, debido a una filtración de información sobre la cobertura mediática de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, Martin Sixsmith (Steve Coogan) comienza a presentar síntomas de extravío y depresión que le impiden decidir cómo retomar su actividad laboral. Mientras madura la posibilidad de escribir un libro sobre la historia de Rusia para aprovechar sus conocimientos adquiridos como corresponsal en Moscú durante los últimos años de la Guerra Fría, una camarera lo aborda en un evento social de la clase media alta británica y le ofrece investigar un caso peculiar sobre la adopción irregular de un niño hace cincuenta años.