Philomena

Crítica de Martina Putruele - ARG Noticias

Monjas sádicas y falsos pecadores

Stephen Frears es lo que podría llamarse un director multifacético, o quizás inquieto. Sus películas (La Reina, Alta Fidelidad) abarcan todo tipo de temáticas, y toman como base hechos reales, libros de ficción o fantasía. Salta de la comedia al drama de una manera inverosímil, como un experto malabarista. Y en Philomena -nominada al Oscar como mejor Película- logra crear un mix perfecto entre humor y tragedia, y lleva a la pantalla grande una de las historias más desgarradoras de los últimos tiempos.

"Te perdono porque no quiero permanecer enojada". Philomena Lee es una anciana irlandesa y una católica devota, que, luego de 50 años, decide buscar a su hijo del que fue despojada por un grupo de monjas cuando era apenas una adolescente. Para ello, cuenta con la ayuda de Martin Sixmith, un periodista caído en desgracia que decide cambiar de rumbo y trabajar en una "historia de interés humano".

Las investigaciones de esta extraña pareja los llevan al tétrico convento donde Philomena pasó su juventud trabajando casi como una esclava –para pagarle a las Hermanas por "el favor" de haberla acogido- y a Estados Unidos, en una constante travesía en búsqueda de su hijo perdido.

El film está basado en la historia real relatada en el libro del propio Sixmith, "The Lost Child of Philomena Lee". Judi Dench interpreta a la actriz principal, y logra un personaje tierno y maravilloso, que dista mucho de sus usuales papeles de mujer dominante y matriarcal como M en James Bond. En Philomena, Dench muestra un costado vulnerable que no había dejado ver antes, de una anciana torturada, por su pasado y por la culpa impuesta por la Iglesia católica por su "pecado", que es descripto por una monja como "incontinencia carnal", por haberse quedado embarazada sin estar casada.

El cómico británico Steve Coogan –quien adaptó el libro para la película- interpreta al ateo y cínico Sixmith que contrasta radicalmente con el personaje de Dench, creyente y con una sólida base moral y predisposición para el perdón, lo que Sixmith –y cualquiera que vaya a ver el film- no puede llegar a comprender, luego de enterarse de las atrocidades de las que fue víctima, como la venta de su hijo a una pareja estadounidense por parte del convento en donde se encontraba.

Pero uno de los temas más importantes del film es el perdón. Philomena no busca venganza por lo que sufrió, sino la verdad y la redención a través de una fe inquebrantable, que provee un leve equilibrio a una película que es una clara crítica a la opresión y el dogma estricto e hipócrita de Iglesia católica del siglo XX.