En las antípodas de los clásicos documentales biográficos, llenos de citas, testimonios pertinentes y material de archivo, Piazzolla, los años del tiburón es una película vital y estimulante, tan llena de música como de las voces que importan: Astor y sus dos hijos. El archivo, en buena parte inédito, en gran parte familiar, es una maravilla, pero qué decir entonces de la voz del músico, en castellano o en inglés, que suena como si estuviera acá a la vuelta y es capaz de hablar de sí mismo y de su música con una lucidez, un brillo y una gracia únicas.
El director Rosenfeld busca y encuentra, en la forma, una voz autoral, con personalidad suficiente como para orquestar ese material en escenas de una elocuencia abrumadora. Sustancial y rica en detalles, para amantes de Piazzolla o ignorantes absolutos, una película que despierta la atención, porque no queremos perdernos nada.