Previamente a la tan sorprendente como inesperada (para ellos también) consagración en BAFICI y Cannes con LA LARGA NOCHE DE FRANCISCO SANCTIS, su primer filme de ficción, Andrea Testa y Francisco Márquez dirigieron, respectivamente, sendos documentales que esperaban estreno local para este año. El primero que llega a exhibirse comercialmente es PIBE CHORRO, que se estrena el jueves 9 en el Gaumont y que dirigió Testa. Se trata de un registro a lo largo de varios años de la vida en barrios carenciados del Gran Buenos Aires, centrado en la creciente posibilidad de que muchos de los adolescentes que allí viven terminen en la cárcel, especialmente desde que entonces se discutía bajar la edad de imputabilidad.
La película intenta establecerse más como una discusión acerca de las condiciones sociales y económicas que generan esa potencial delincuencia y en cómo ni la cárcel ni la policía son capaces, orgánicamente, de ofrecer soluciones. Incluye textos poéticos leídos por Vicente Zito Lema (acaso uno de los recursos menos logrados del filme), los testimonios de varias madres, los de algunos adolescentes y de psicólogos sociales, docentes, abogados más algunas entrevistas callejeras y un muy original y gracioso comediante de stand up surgido de las villas.
Más allá de la entrevista del final que tiene un formato más clásico y una fuerte potencia emotiva, Testa intenta construir la película a la manera de un tapiz de miradas sobre la “problemática de los llamados pibes chorros” con una combinación de testimonios, análisis y debates grupales que ponen el eje en la construcción de esa figura y las diferentes respuestas que genera en función del estrato social del entrevistado, las cuales dejan en evidencia el tema de las diferencias de clase en el conurbano.
Pero la película tampoco es inocente o naive respecto a la realidad social que se vive en los sectores más comprometidos económicamente ya que los muy realistas testimonios de las madres dejan en claro que la realidad que les toca vivir allí fuerza muchas veces a la comisión de actos delictivos. En ese sentido, PIBE CHORRO deja en claro también que la desocupación y la pobreza no desaparecieron del país durante la pasada década, sino que tanto entonces como ahora son los ejes que conducen, una y otra vez, al repetido círculo de la violencia y, en algunos casos, la muerte.