Ningún pibe nace chorro, sostiene este documental que se mete con el tema de los menores inimputables que cometen delitos y son recurrentemente marginados y castigados por un sistema injusto, tan incapaz de ofrecerles una posibilidad de futuro como de reinsertarlos a la sociedad de la que los expele. Para eso da voz a defensores públicos, profesores y hasta poetas, como Vicente Zito Lema con su desgarrante, aunque algo excesivo -en tiempo y en tono- Ángel del Espanto. Pero sobre todo a algunos protagonistas de la lucha diaria por sobrevivir, evitar que sus hijos roben o caigan en el paco. Esos que a veces cortan calles, que saben o intuyen que tienen derechos, que no quieren planes sino respuestas o, a veces, menos violencia y hasta algo de justicia. Andrea Testa no busca objetividades, pero vaya si las encuentra. Brilla especialmente la participación breve pero increíble de Damián Quilici, un talento del standup conurbanero que, en dos intervenciones, casi se roba la película.