Dos manos, dos corazones
Partir o desentrañar un misterio, sea éste fruto de la imaginación o anclado en hechos fehacientes, es un buen comienzo para encarar un documental sobre una figura popular, resistente a detractores y mucho más permeable a recibir todo tipo de elogio de distintos estratos por considerar su obra uno de los hitos en la música ciudadana. Como aquellos escultores que dan cuenta que en el proceso de concretizar una obra extraen y sacan de ese enorme rectángulo de piedra aquello que sobra para así llegar a las formas de un cuerpo, Aníbal Troilo, conocido como el virtuoso bandoneonista Pichuco, se caracterizaba por borrar partituras que le traían sus arregladores para que luego su orquesta las ejecutara en bailes o teatros.
Una de las tantas anécdotas que atraviesan el universo propuesto por el documentalista Martín Turnes en Pichuco, estrenada este año en el BAFICI y que ahora encuentra pantalla en un circuito limitado y también en el interior del país, lo involucra al mismísimo Astor Piazzola (integrante de su orquesta que luego siguiera por otros rumbos) cuando el maestro Troilo dijo sobre la partitura de "Adiós Nonino" que eran demasiadas notas para decir adiós a un papá. A esa anécdota se le suman otras de igual calibre y testimonios a cámara (como el de Horacio Ferrer o Leopoldo Federico) para ir construyendo no sólo al Aníbal Troilo persona sino al Pichuco artista y músico inimitable e incomparable -que murió tempranamente en 1975-, desde una selección rigurosa de tangos, material de archivo, grabaciones y obras orquestadas que trazan los contornos de un artista prodigioso, quien siempre se guió por la intuición más que por la perfección técnica o el estudio académico de la música, con la particularidad que entre sus partituras y grabaciones existe una diferencia significativa. Este misterio y rasgo de autenticidad es en realidad el corazón de esta investigación en el documental de Turnes.
También la correspondencia a través de la música de Pichuco entre distintas generaciones no necesariamente tangueras como la de los jóvenes que estudian sus composiciones y sus antiguos músicos, quienes a modo de tributo regalan su arte en versiones de sus tangos más reconocidos. Por eso, la melodía de "Sur" o "La última curda" por citar algunas entre milongas con su sello indeleble reviven en cada acorde y en cada silencio que se cuela en la pantalla. Pichuco y los silencios, marca registrada de su estilo, es también otro de los hallazgos de Martín Turnes, quien apuesta convencido de su material a una estética dinámica para ilustrar el derrotero de la investigación con audios, fotos, fragmentos de películas como Los tres berretines donde aparece con su bandoneón y la presencia del colchón musical en cada secuencia.
A cien años del nacimiento de Aníbal Troilo y en sintonía con el merecido homenaje, este documental refleja el respeto a su figura y obra artística pero por sobre todas las cosas la admiración por un artista argentino, único e irrepetible.