En el nombre del padre (¿o del hijo?)
Tras Beaufort, el celebrado director israelí Joseph Cedar propone una tragicomedia sobre la rivalidad (básicamente intelectual) entre un padre y su hijo, dos profesores obsesivos con su trabajo. Cuando por un error de tipeo administrativo el padre es designado para recibir el máximo premio del gobierno (que en realidad correspondía al hijo), las cosas se desmadran.
El film -jugado al absurdo- combina grandes momentos de comedia y de intensidad dramática con otros en los que el regodeo en el patetismo, el cancherismo y la crueldad hacia los personajes lo tornan casi insoportable.
Con algo de Michel Gondry y de Roy Andersson, Cedar demuestra que tiene ideas y talento, pero la película -demasiado ambiciosa, porque además se pretende una ácida crítica al estado de las cosas en Israel- resulta demasiado despareja para mi gusto, que -vale aclararlo- no es el de la inmensa mayoría que sí la alabó durante su estreno en la Competencia Oficial del Festival de Cannes 2011 ni el de los votantes de la Academia, que la nominaron en la categoría de mejor film en idioma no inglés.