La familia es lo primero
Padre e hijo compiten en filme israelí.
Pie de página es una fábula moral, en tono de comedia dramática, acerca de la relación entre un padre y su hijo, ambos estudiosos del Talmud, la obra que recoge y preserva la tradición oral del judaísmo.
El padre, Eliezer, es un severo y riguroso hombre que se pasó la vida estudiando diferentes versiones del texto religioso. Su hijo, Uriel, lo sigue en esa carrera, sólo que con un acercamiento a esos estudios (y a la vida en general) muy distinto al de su padre. Su forma de entender el estudio le ha traído más éxito en su carrera, pero, también, el desprecio de Eliezer, que lo considera un “folclorista”. Allí donde el padre es hosco y huraño, no cede ante nada ni negocia, el hijo es sociable y generoso, amable y querido por todos.
El problema se da cuando le dicen a Eliezer que ha ganado el prestigioso Premio Israel, galardón que le ha sido negado por más de treinta años. Esa premiación lo alegra al punto de tornarlo casi irreconocible de simpático. El problema del asunto es que se trató de un error: lo llamaron a Eliezer para darle la noticia, pero el premio en realidad era para Uriel.
El hijo, cuando se entera de la confusión, tiene que lidiar con su conciencia y con las autoridades que lo premiaron para ver si hay forma de corregir el asunto o si lo correcto es dejarle el premio a su padre. Pero tampoco esta opción es tan fácil, ya que para hacer eso le piden a cambio algunas cosas que no sabe si puede, o si quiere, cumplir.
Los desafíos y debates a los que se somete este Uriel son propios de un cuento jasídico actualizado o una historia tradicional con moraleja. Y Cedar maneja narrativamente muy bien el desarrollo de esas tensiones, con algunas escenas excepcionales (la reunión de Uriel con el jurado en un pequeñísimo cuarto) y un juego con textos en la pantalla que está inteligentemente usada para incorporar esas “notas a pie de página”.
En otros momentos, la película israelí es algo esquemática: en las diferencias excesivamente marcadas entre padre e hijo, en sus respectivas esposas y en el rol que ambas juegan, en el uso sobrecargado de la música (que por momentos subraya excesivamente las escenas). Pero, pese a esos detalles, la película de Cedar ( Campire, Beaufort ) aporta una mirada más que original a un mundo que es muy particular y específico, es cierto, pero a la vez bastante universal y reconocible en los dilemas éticos y familiares que le plantea al protagonista. Y, por ende, a los espectadores.