A partir de la caída de un avión en lo alto de las nevadas montañas del Himalaya, la película narra las desventuras del yeti Migo y su temible hallazgo.
El protagonista curioso, junto a Meechee y su grupo de amigos, deberá encontrar la manera de demostrar a toda la comunidad la veracidad del legendario monstruo “Pie Pequeño”. La vida de los yetis transcurre con esmerada dedicación a cada una de las tareas diarias, creyendo ciegamente que el sol sale al sonar del gong o que su aldea flota sobre nubes.
Esta cómoda quietud se verá perturbada cuando Migo se tope con un ente mitológico, solo presente en antiguas leyendas yetis: un ser humano. Con este descubrimiento será popular y llamado a formar parte del equipo “científico” del lugar, con el objetivo de verificar su existencia ante todos. Menuda tarea, ya que el pueblo se regula por rígidas verdades ancestrales, grabadas en un pesado tapiz de piedras. Estas tablas de la ley son celosamente custodiadas por el Guardián de las Piedras, e indiscutibles. Aunque sin demasiados matices, tanto los protagonistas como el resto de los personajes generan una empatía inmediata, apoyados por la música compuesta originalmente que se despliega en atractivos cuadros musicales. Como propuesta cinematográfica es destacable –felizmente celebratorio- el hecho que los “villanos” contra los que se combata sean la ignorancia y la mentira. La sana idea que explícitamente sobrevuela el relato es el problema de dar a conocer una verdad, a sabiendas que eso implique resignar la seguridad de todo un grupo. (M.S.)