La Tierra después del tiempo
Durante décadas hablar de animación en Hollywood era sinónimo únicamente de películas de Disney. Por suerte, hace ya varios años le surgieron competidores que lejos de mirar a la empresa del ratón desde abajo, le hacen frente de igual a igual.
Warner intentó largamente tener su propio estudio cinematográfico de animación, pero la suerte le era esquiva una y otra vez, a excepción de los cortos clásicos de los Looney Tunes exhibidos en salas.
En 2013, iniciaron una nueva etapa bajo la denominación Warner Animation Group, o WAP, y desde entonces, con títulos como La película de Lego o Teen Titans Go, todo cambió para bien tanto en taquilla como en críticas.
Pie pequeño es el primer largometraje creado 100% original dentro de WAP, sin depender de una franquicia instalada ya anteriormente en otro medio. Y lo primero a decir es que se trata de otro paso adelante.
No, en esta Pie pequeño no están Don Bluth, ni tiene nada que ver con aquella saga de películas animadas de Amblin. No hay dinosaurios, pero sí otros seres que cultivan tanto misterio como aquellos, o incluso más, porque su existencia está envuelta en mitos y leyendas.
También podemos decir que a falta de un Bluth en la dirección y un Spielberg en la producción, tenemos otros dos nombres que pisan fuerte en el terreno de la comedia: Nicholas Stoller como uno de sus productores, y Glenn Ficarra como uno de sus guionistas. Nombres que aseguran una línea muy fina entre el humor infantil y el adulto. De hecho, algo de eso es la magia de Pie pequeño.
La verdad detrás del mito
La figura del Yeti, también llamado Pie grande, inspiró muchísimas historias y películas, en su mayoría producciones estilo Clase B de terror, en las que obviamente ese ser es visto como el monstruo villano.
Al igual que Pie grande y los Henderson, Pie pequeño, viene a derribar ese mote. Los Yetis pueden ser buenos.
Basada en el libro Yeti Tracks de Sergio Pablos (creador también la historia origina de Mi villano favorito) cuenta la historia de Migo, un Pie grande o Yeti, que vive en su comunidad por encima de las nubes.
La comunidad tiene un orden estricto muy establecido en el que cada uno cumple con su tarea como un destino a seguir. Migo también tiene el suyo: suceder a su padre, y para eso debe golpear un gong con la cabeza atravesando un arco, cual flecha en tiro al blanco Yeti; tarea para la cual falla sistemáticamente.
En una de esas fallas causa problemas mayores y es expulsado a las afueras de la comunidad, en las que se encontrará primero con un grupo de resistencia comandada por la propia hija del líder de la comunidad, Meechee, y también con un paracaidista humano en un accidentado cruce.
Tratando de desentrañar el encuentro con aquel humano, Migo termina cruzándose con otro humano, Percy, conductor de un programa de TV dedicado a investigar sucesos paranormales, bastante amarillista.
Pie pequeño se divide en dos (o tres) tramos. Luego de presentar a la comunidad de Yetis, la primera mitad será el clásico encuentro de humano/ser mitológico, en el que ambos se temen, se rechazan, y terminan confraternizando aprendiendo uno del otro. Este será el tramo más convencional de la película.
Cuando ya parece que hay poco para entregar, Pie pequeño pega un interesante y sorpresivo volantazo, que logrará finalmente que se diferencie del resto.
Reglas quebradas
Pie pequeño luce un envase bastante tradicional. Animación caricaturesca, de colores vivos (obviamente con predominancia del blanco y el celeste, pero en fuertes contrastes luminosos), y trazos simples dentro de la animación 3D.
La creación de personajes tampoco destaca mucho por sobre la media. Migo es el outsider que debe cumplir con un mandato a regañadientes, Meechee es la princesa rebelde, hay un líder que sabemos oculta algo, un padre que pone su deber como lacayo por sobre las exigencias de su hijo, y el humano pedante que aprenderá a convivir. Por supuesto, hay toda una variedad de (más) secundarios que cumplen las veces de refuerzo comic relief, en particular uno que vive una historia con una cabra, muy similar a Scrat de La era de hielo con la avellana.
El humor mezcla las referencias pop de un modo no tan invasivo como en otras propuestas que ya traspasan lo molesto; hay varias canciones hasta de hip hop, algunas más pegadizas que otras; y el ritmo es ágil y afortunadamente no tan frenético.
Será en la sorpresa que el film nos tiene preparada para su segunda mitad, que la cosa repunte para bien, y lo que hasta el momento era aceptable ahora se vuelva destacable.
Sin adelantar, Pie pequeño se mete con los dogmas religiosos, los vulnera y sobreanaliza, sin faltar el respeto, haciéndolo de modo muy inteligente. Ahí donde otras películas infantiles hubiesen puesto el freno, esta acelera, y sale ganando.
Pie pequeño, de Karey Kirkpatrick y Jason Reisig, encuentra un correcto equilibrio entre un film tradicional de animación y un argumento inteligente que depara sorpresas. Su permanente tono divertido y el carisma de sus personajes redondean una propuesta infantil que se deja querer.