Adaptación de una obra teatral, "Piedra, papel y tijera", de Marín Blousson, y Macarena García Lenzi; narra una tensa relación entre tres hermanos y un único ambiente que funciona como otro personaje más. En sus pinceladas de humor negro y lo intenso del relato, encuentra sus mejores formas.
Adaptar una obra de teatro al cine puede ser una de las funciones más problemáticas para un realizador. Ambas artes presentan atmósferas diferentes, y lo que puede funcionar de maravillas en las tablas, puede relucir demasiado esquemático en una pantalla.
El recurso que suele utilizarse es airear lo más posible los cuadros, introducir rellenos en exteriores, o trasladar algunas escenas a otro ambiente para hacer que el asunto no resulte tan cerrado y estático como en una sala teatral. "Piedra, papel y tijera" elige un camino diferente. No, no hay exteriores, ni quiera hay marcadas ventanas hacia el afuera. Tampoco se sale de lo que es la casa que funciona como único escenario con varios ambientes, algo que en teatro también se puede hacer.
La ópera prima de Martín Blousson y Macarena García Lenzi opta por utilizar un recurso puramente cinematográfico, el montaje, la creación de un clima que más allá de su tensión permanente nunca se siente pesado. Es un film movedizo, pese a no presentar cambios notorios entre sus decorados, y no más de tres personajes.
De hecho, hace de ese encierro y agobio una cuestión propia del ambiente cinemático. Estrenada en 2013 en el circuito off, Sangre de mi sangre, contaba con la dramaturgia y dirección de la propia García Lenzi. Para su traslado al cine, se reunió con Martín Blousson, bicho de cine, que viene de trabajar en edición y como guionista en muchos de los proyectos más notorios del pujante cine de género local.
Súmenle, la producción de un hombre de pura cepa del cine de género como Valentín Javier Diment, que no pareciera ser un dato aleatorio en "Piedra, papel y tijera". Entre los tres se propusieron llevar a la gran pantalla esta más que inteligente historia, y el resultado es sorpresivo. María José (Valeria Giorcelli), y Jesús (Pablo Sigal, que remplaza al gran Matias Marmorato de la puesta teatral) son dos hermanos que viven en la casa familiar, y mantienen una relación de mutuo y enfermizo acompañamiento.
Ambos acaban de sufrir la reciente muerte de su padre, al que hace rato se encargaban de cuidar luego de quedar postrado. Pareciera que nada puede perturbar su aniñada armonía; hasta que suena el timbre y es “La Negra” Guadalupe (Agustina Cerviño), la hermanastra mayor por parte de padre, que salió hace rato de esa casa, y regresa con el único fin de organizar los papeles de la sucesión.
En el medio hay una casa. Jesús y María (como ahora quiere que la llamen, aunque nombrar a José no la sacaría de la santísima trinidad) se encargaron de todo cuando Guadalupe se fue, o la fueron; y no verán con buenos ojos, que ella ahora quiera reclamar su parte. A ella no le importa, está decidida a hacer todo lo más rápido posible y continuar con su vida lejos de ahí.
Pero algo ocurre, y la relación entre los tres se intensificará.
Es imposible que al ver "Piedra, papel y tijera", no pensemos en "Misery". Sin embargo, las similitudes quedan en la temática o la mecánica, y el film de Blousson y García Lenzi realiza su propio camino. Al ser adaptación de teatro, es lógico que el mayor atractivo recaiga en un texto contundente y de alto voltaje.
La tensión va creciendo, los vínculos se van enrareciendo, todos muestran sus hilachas, y la situación se torna extremadamente intensa; no sólo desde los físico, también desde lo emocional. "Piedra, papel y tijera" presenta relaciones endogámicas, personajes que (mal) expresan su soledad, y desarrollan su patetismo hasta grados impensados.
Van más allá del cliché, y más allá de la obvia parodia y hasta grotesco, crean un verosímil atendible. Hay mucha sublectura y doble sentido en las decisiones y gustos de las criaturas, y hay una gran atención al detalle.
Desde la fascinación de María José con "El mago de Oz"(que Jesús acompaña), también su oportunismo religioso; la homosexualidad latente de Jesús y ese deseo de filmar que lo lleva a andar con una camarita, y las imitaciones con tonadas extranjeras; las repentinas muestras que montan; los confusos recuerdos del pasado; las intenciones no tan caras de Guadalupe; los secretos que guardan.
Todo se tornará mucho más turbio de lo esperado. Blousson y García Lenzi manejan el impacto y la sorpresa aunque algunos hechos y escenas puedan adivinarse y verse llegar en algún momento. Gracias al uso del montaje y la edición, el corte abrupto de clima, que pasa sin dificultad e intermitentemente entre el humor absurdo y el suspenso, hacen que una escena fuerte choque gratamente por el hecho de estar precedida de un momento ameno e inesperado.
La fluidez del elenco es otro gran aporte. La dirección de actores es firme para que nada se salga de control, y entre los tres hay armonía y entendimiento.
Algo muy aceitado, propio del acostumbramiento, pese a que Sigal sea nuevo en el elenco, la química en el trío es perfecta. Los tres actores logran grandes composiciones, no solo se apoderan del texto, lo llenan de gestos y poses, y crean un tándem ideal para que todo funcione de maravillas. Piedra, papel, y tijera moviliza y genera un risa incómoda; es salvaje e inquietante.
En todo momento el film no se detiene, y siempre mantiene expectante al espectador sobre lo que puede suceder. Realizada con mucha solvencia y talento, "Piedra, papel y tijera", es una pequeña gran sorpresa de la cartelera, un film atípico de género, y un excelente primer paso para dos realizadores que ojalá aún tengan mucho más para entregar.
Es de esas propuestas que se recomiendan sin dudar.